"vacías,
evitando la parte perversa de la memoria, que siempre está intentando
despistarme o hundirme en las profundidades del pasado. Por eso no me queda
otra que echarle un pulso, si no quiero estar yendo y viniendo en el tiempo
como el águila que recorre los cielos y regresa con las alforjas vacías,
temblando por el esfuerzo, y enfurruñado con los pretéritos de todos los
verbos. No quiero buscar más; quiero encontrar, descubrir lo que realmente
viví, las galeradas de mi vida, las correcciones que hice en mi relato diario,
la coma que quité, los trenes que cogí, los errores que cometí, y todo aquello
cuanto perdí por no saber esperar, por no saber quedarme con la gente noble,
temeroso a que me pasaran por encima con su bondad. Iba de un lado a otro,
huyendo de ellos, pero sobre todo huyendo de mí mismo. Terminado el baile,
llamémosle…, aquel minué de apariencias, por fin supe lo que era andar
descalzo. Eché a andar, comencé a vivir de verdad, comencé a ser quien quería
ser, sin más gloria que la que me da mi palabra, mi dignidad, ya sin rostro,
siendo otro, siendo yo, durmiendo en mi sueño, aprendiendo a soñar, aprendiendo
a dormir, retirado de la vida, después, más tarde, más hombre, más yo."
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