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| Historia de mi muerte |
El director, nacido en Banyoles en 1975, siempre mantuvo que su objetivo nos es otro que crear imágenes contemporáneas que sean originales, pero no cambiar el mundo. Un autor muy personal en el panorama del cine mundial que igual fabula a Fassbinder que decide rodar una película con la actriz Kirtens Duns en Letonia sobre la historia de una delegación americana que viaja hasta Rusia en plena guerra con Ucrania para encontrar una solución a los conflictos económicos relacionados con las sanciones. ¿Por qué no? Sobre todo si pensamos que el catalán es un hombre que se atreve a afirmar que él es más importante que Scorsese, Coppola y Spielberg, porque frases no le faltan y afirmaciones rotundas tampoco, como cuando dice que “para bien de la humanidad es mejor que la gente vea mis películas en vez de cualquier basura de Hollywood o de cine español. No para mi bien, sino para el de la humanidad”. Afirmaciones por doquier, donde no faltan las críticas a las plataformas y a Netflix: ꟷ” Los que quieran hacer cosas comerciales que se vayan a las plataformas y nos dejen en paz a los que hacemos cine de autor de verdad. En Netflix no compras un autor, compras la suscripción del mes”.
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| Albert Serra |
Albert Serra estudió Filología Hispánica y Literatura comparada en la Universidad de Barcelona. Como director de cine, es considerado como uno de los autores más destacados a escala internacional. Debutó internacionalmente con Honor de caballería, una adaptación libre del Quijote estrenada en el Festival de Cannes de 2006. Su segundo largometraje fue El cant dels ocells, a la que le siguieron Els noms de Crist (2011) y Los tres cerditos (2012), momento en el participa en DOCUMENTA de Kassel con esta obra de 101 horas de duración que Albet Serra decidió rodar durante los 100 días que duraba el certamen. Todos los días se filmaba, se montaba y se proyectaba. Los actores, no profesionales, eran trabajadores de Kassel, de ahí que, al no tener todos disponibilidad diaria, cada uno de los personajes es interpretado por más de un actor. Toda esa “fábrica” era capitaneada por la productora de Serra, Andergraun Films. Luego vinieron Historia de mi muerte, Singularity (2015), La muerte de Luis XIV (2016) y Tardes de soledad (2024). Ocho películas. Suficientes para que ya se hayan realizado numerosas retrospectivas de toda su obra en el Centro Pompidou de París, en la Tate Modern de Londres o en el Arsenal de Berlín, entre otros muchos lugares. Un autor que sigue afirmando que sólo mira las películas que le desafían y que le hubiera gustado hacer, obras que nunca le decepcionan, pero que siempre le entristecen, sobre todo porque son originales y no se pueden hacer con dinero, que son reales y que se imprimen en la vida propia, y sobre la verdad, ya sean futuristas o irónicas… Lo importante es que sean diferentes a todo y a todos.
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| Kirtens Dunst y Albert Serra |
Y por ahí anda el ideario de este catalán que se parapeta detrás de sus gafas de sol, sin que sepamos si está diciendo la verdad más salvaje o se trata de una provocación. Sus respuestas son como su cine, sorprendentes, desafiantes…, un reto constante. Un autor “inclasificable” que hace cine contracorriente. ꟷ”Soy una cana al aire en el matrimonio del espectador con el cine convencional”. Un cine conocido por su carácter artístico y su permanente diálogo con los clásicos literarios, una función de la literatura que está presente en el proceso de creación de la obra fílmica, alejándose de la concepción más tradicional de lo que llamamos la “adaptación literaria”, apropiándose de los clásicos, que él mismo reinterpreta. De ahí que su trayectoria sea inseparable del marco literario, que le otorga una cierta facilidad a la hora de trabajar con trasfondos temáticos conocidos y cuyo único peligro es dejarse llevar o influenciarse por el original, algo que no suele ocurrir. ¿Y qué es lo que realmente adapta Albert Serra? Como decía Pere Gimferrer en su obra Cine y Literatura (1999), cuando adaptamos una novela y la llevamos a la pantalla, ¿qué es lo que se adapta? A partir de una base de ficción, se hacen variaciones, se parodian los hechos, porque lo que importa aquí es la forma que se le dé a todo ese conglomerado de imágenes en el que hemos convertido un texto literario. Lo importante es el producto, la pureza estética o la poesía que hay en todo ello, que siempre estará por encima, en este caso, de la narrativa y de unos diálogos, que, incluso a veces, son algo parcos. El gran reto, quizás, está en la interpretación de los actores. Y el director, Albert Serra, consciente del vínculo que existe entre el cine y la literatura, siempre ha preferido, desde su primer filme, crear una obra artística autónoma, con carácter propio. Y, aunque se enfrenta a obras complejas, cada película suya, no sólo reconoce la autoría de una obra original, sino que al reinterpretarlas, su resultado final es tan universal como la obra literaria con la que su película dialoga. El caso es que, con lo que hace, unas veces lo único que logra es hacer ruido y, otras, sorprenderse a sí mismo con cada interpelación, con cada desafío… Todo ese proceso es muy importante, porque, al final, ante ese reto, el autor acaba creando un mundo y unas atmósferas poco habituales pero muy interesantes, donde quizás estén las obsesiones del cineasta, sus prejuicios, sus contradicciones…, la complejidad de su discurso… Todo en un mismo saco.
También
le gustan otras películas, aunque sean pocas, como Vortex (2021), de Gaspar Noé e incluso Love (2015), así como el filme de Ulrich Seidl, Rimini, que bordea peligrosamente el
racismo y la xenofobia, una película bastante impactante. Y por citar, lo
último de Lav Díaz, un cineasta filipino, y su película Phantosmia (2024), que, durante algo más de cuatro horas,
narra las desventuras de un ex militar que lucha contra una extraña dolencia. Pero lo más
importante de todo esto es que Albert Serra siempre ha hecho el cine que ha
querido y en condiciones muy coherentes, respetando su visión por muy extraña
que pudiera parecer, siempre y cuando esto redundara en la calidad de la
película, evidentemente. Por lo demás, podríamos decir, como afirma el
director, que siempre estamos compitiendo directa o indirectamente con la
historia, con el juicio de la historia, que es la competición más grande. Y así
hasta llegar a su última película, Tardes
de soledad (2024), donde filma un ritual que trasciende el espectáculo para
confrontar un violento retrato de la relación entre el hombre y el animal que
emerge por encima de otras aproximaciones algo más folclóricas. Pocos han sido
tan contundentes como el productor Enrique López Lavigne que ha dicho: ꟷ”Es
una experiencia cinemática, sensorial, cósmica, sobre un animal y un hombre que
se emplaza una y otra vez a morir y a matar. Para mí una cumbre del cine, en la
que te proyectas, te exploras y te confrontas. No es un documental, tampoco un
ensayo.. es Albert Serra y mi Concha de Oro”. Carlos Reviriego destaca lo
siguiente: ꟷ” 120
años de cine español y finalmente alguien filma los toros (la soledad, el
miedo, el drama, la chanza, sus contrastes) como tenían que filmarse. No es
folclore ni ritual. Es el olor y la tragedia de la muerte. Una absoluta
barbaridad lo que ha hecho Albert Serra. Una obra Maestra”.
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| El Quijote |
La película, a parte del premio del Festival de San Sebastián, ha acaparado portadas, titulares, comentarios…, y también ha levantado polémicas y seguirá levantando, porque este documental, que gira sobre el misterio alrededor de la figura de Andrés Roca Rey, el torero peruano, es tan brutal como impactante, fascinante, podríamos, decir y casi sagrado. En definitiva, un retrato complejo, rico y honesto. Esa era la intención del realizador: ꟷ”Mi película no está al servicio de ninguna causa, sino al servicio del cine. Si estuviera pensando en lo que dice la gente, no haría nada”. Es más, le parece mal que los animalistas de PACMA le pidieran a la organización del Festival la retirada de su documental, ya que es ridículo enfocar las obras de arte sólo porque tocan un tema, cuando los cuadros de los museos están llenos de guerras y no los prohíben, o en ellos hay gente malvada y no por ello descuelgan los cuadros de las paredes. No tiene sentido que una obra de arte esté ahí para ser testigo de ella misma.
Albert
Serra ha explicado que rodó la cinta por compromiso con un amigo y que fue
grabando imágenes pero que las consideraciones estéticas no llegaron hasta la
hora del montaje. Sobre todo porque él no suele mirar por el visor y, cuando
llegó ese definitivo momento, fue cuando descubrió de verdad lo que había, lo
que había grabado, y era la hora de escoger las imágenes, una experiencia algo
extraña, sobre todo en el momento de elegir los planos más duros, los de la muerte de los animales, de los seis toros…,
el estoque, la agonía… Quien quiera acercarse a Tardes de soledad debe saber
que “es una película mía, y que será una cosa personal y muy comprometida con
el lenguaje y la estética del cine, y que la película no hará ninguna concesión
a este nivel”, ha dicho el director nacido en Banyoles.
Tardes de soledad es una
obra sobre la vida y la muerte.
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