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Ana Serzo en Archimétrica |
Es la historia del continuo renacer, es ese tipo de cine que desborda los límites de la pantalla y que comienza con un lento traveling descriptivo de izquierda a derecha a los pies de una cama situada en una pequeña habitación en cuya pared de enfrente encontramos el mundo mítico de José Luis Serzo, su director, donde hallamos a Malevich y el suprematismo ruso, es decir, ese arte que busca la esencia, la abstracción pura, rompiendo todas las normas como respuesta al fracaso de la razón, como también encontramos a otros dadaístas, ya sea a Kurt Schwitters o a Hugo Ball, sin olvidarnos del que fuera Director del Reina Sofía, Juan Manuel Bonet, autor de aquel libro totémico de las vanguardias, a lo que añadir un sinfín de guiños a esos colores, llegando a convertir el set de rodaje en un cuadro abstracto a vista de dron en una obra planificada al milímetro, como demuestra el potente storie board, pero dejando un hueco para la improvisación, como queda demostrado en la secuencia de la gallina pedaleando, con el humo huyendo por el horizonte, ya de noche, con el cielo plagado de estrellas a través de un ciclorama, mientras suena la música compuesta por Cristóbal Moure, muy próximos al clímax, momento en el que el personaje, en su huida, sale volando por esos cielos manchegos…, y llega la locura, la liberación.
La protagonista vive en un ambiente
bucólico, en su rutina diaria, atormentada por sus miedos, llena de tics, de
manías..., con movimientos mecánicos, expresiones muy acentuadas que el artista
aprovecha para catalizar toda la esencia del personaje. Si nos detenemos en la
expresividad facial y corporal, o en ese atuendo más propio de un arlequín,
podríamos pensar que estamos más cerca del cine mudo que de una película
actual. El cortometraje se mueve entre la luz y la oscuridad, con la siniestra
aparición de un espectro o de una calavera, que es desterrada al primer
grito. El dolor viene a redimir al personaje y la luz vuelve a brillar una vez
superada la oscuridad.
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La noche en el plató de Archimétrica |
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La protagonista en su estudio |
La vida, en algunas ocasiones, es un espectáculo grotesco y, en otras, monstruoso. El cortometraje desarrolla de una manera teatral un mundo personal y onírico en un escenario muy particular: un corral por donde pululan las gallinas y donde hay un carromato que viene a ser la casa de la actriz/personaje. Nada más aparecer ese carro aparcado en esos exteriores, uno ya no puede dejar de pensar en La Strada de Fellini y no sólo por el “cacharro”, sino por la tormenta de recuerdos que aparecen en la obra de Serzo, sus fantasías, sus caricaturas y sus perfiles grotescos, sórdidos y humorísticos, por muchas cosas, sin olvidarnos de lo imaginario, la puesta en escena, tan meticulosa, creando un relato personalísimo, dispar y definitivo, a través de símbolos, con los que nos va contando una historia que traspasa lo gráfico, incluso lo narrativo, y que le abre al espectador las puertas de un mundo de fábula donde la belleza está en armonía con el caos y con la anarquía, para que se vea el subconsciente y lo irracional, la amarga lucha de la mente con la realidad, hasta llegar a mostrar lo que hay debajo de la piel, porque esa es su manera de crear, de sentirse autor, montando la mentira para desarmarla después, evidenciándola, dejándola al aire libre, revelando el truco y, al mismo tiempo, jugando con él, que es algo bastante postmoderno, porque Serzo no entendería el arte de otro modo, ya que siempre pensó, o soñó, que con el arte podría cambiar el mundo.
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Archimétrica una historia singular |
Y ahí
tenemos esas referencias al barroco, al simbolismo…, sobre todo en las escenas
corales, que vienen a recoger la influencia del teatro en su obra (pensemos que
Ana Pilar Descalzo, su madre, gran aficionada y directora de teatro en Casas
Ibáñez), y ese juego entre la realidad y la ficción, ese ir y venir de actores entre bambalinas, que
el director de Archimétrica veía como algo mágico y misterioso. Todo comenzó en
el Festival de ArtBanchel (Carabanchel, Madrid) en el que José Luis Serzo y su
hermana hicieron una perfomance. Fue
ahí donde comprendió que esa historia y ese personaje podrían ser más que
suficientes para realizar un cortometraje. Y se pudieron manos a la obra.
Analizando
la obra fílmica, comprobamos que hay en el autor una evolución formal constante
que lo lleva a desvincularse del cine
realista, decantándose por el ámbito de la abstracción, lo irreal y el
experimentalismo. Archimétrica es una transformación interna, melancólica e
inmisericorde del ser humano plasmada en un mundo onírico, sugerente, con una
luz maravillosa que va directa al corazón. Y para lograrlo echa mano de una
estética muy personal y una actriz que está espléndida, rotunda, perfecta, que
no es otra que Ana Serzo.
En la cinta convive lo cotidiano con lo irreal y lo poético, dotándolos de un carácter simbólico y, en consecuencia, conformando una alegoría con el espacio donde se desarrolla la acción y el personaje. El mundo rural es invadido por el mundo intelectual o viceversa, por donde se pasean todas las incógnitas, las dudas, las preguntas sin respuesta, los espejos que nos hablan…Cuando por fin el autor logra unir todo, surge, como no podía ser de otra manera, un poema, surge Archimétrica, que, más que un poema, es un milagro, porque nadie hubiera pensado que todo iba a tener cabida de una manera tan sutil y armoniosa y, con ello, lanzar a través de la pantalla un mensaje esperanzador. Decía Shakespeare que “el mundo es un escenario”, pues Archimétrica también los es. Un escenario puede ser una calle, una plaza o un corral mientras el espectáculo esté servido.
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El escenario, carruaje... al atradecer |
Leyendo
a Elisenda N. Frisach en la revista EAM de Barcelona encontré un poema de Eloy
Sánchez Rosillo con el que me gustaría terminar:
Acercarse hasta allí,
viajar al fondo de nuestra soledad,
de nuestro miedo,
y encontrarnos frente a frente con la mirada de la inmensidad.
1 Comentarios
Muy bien
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