Hay días en los que se impone salir del hogar, el espacio que durante la semana nos sirve de refugio como el capullo le sirve a la crisálida, que somos todos nosotros antes de convertirnos en mariposas, que viene a ser una de las expresiones máximas de la belleza. Pero la mariposa necesita volar y se lanza a los cielos, apremiada por el tiempo, mientras que nosotros nos quedamos tumbados a verlas venir. Nuestra vida viene recogida en la página 17 del libro de Ciencias Naturales y la de la mariposa en la lección 23. Al final, todos acabamos en un libro, sin contar con el Libro de Familia. Pero la mariposa, que es muy rebelde, se ha escapado y en este instante está cruzando los cielos de la capital, de ese Madrid de los Austrias. Tras unas pasadas en rasante por Las Cibeles, se ha posado en la Puerta de Alcalá, que es un monumento que va desde Carlos III hasta Ana Belén, que lo encumbró a la fama, después construir una muralla con todas las manos posibles y que dejara de llamarse María del Pilar Cuesta. A continuación, el lepidóptero se ha metido en El Retiro en busca de un duende que vive en los jardines desde los primeros Borbones. Harta de dar vueltas y dado que no lo encuentra, ha optado por pasarse por La Real Academia de la Lengua, donde los académicos igual quitan la “p” de una palabra que una tilde a otra, y se quedan tan panchos. Y por ello, cobran. Es la canción española, tan pegadiza. Y el verbo, también, siempre tan castizo y con tantos sinónimos: cobrar, recibir, ganar, recolectar… Y es que con dinero en el bolsillo uno es capaz de dialogar hasta con las estatuas que nos vamos encontrando. Y…, “volando voy” o “volando vengo”, la vida es otra y muy parecida a la de la mariposa, que ahora se ha detenido en el gótico tardío de los Jerónimos, donde, por ser domingo, hay una boda, y dar "el sí quiero" cuesta quinientos euros más la propina, ya que los que aspiran a sentarse en la silla de San Pedro son muy buenos con la contabilidad y, a pesar del precio, hay lista de espera, porque uno, cuando hay amor verdadero, no puede ir de mezquino ni ponerse a regatear delante de los capellanes para dejar ajustada la cuantía del bodorrio. Y en cuanto a la propina…, normalmente es la que se suele dar a los lisiados, al maltrecho, y al pobre de solemnidad, que suelen ahuecar la mano para que no se les caiga la calderilla. Aquí se casó Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Wattenberg. Desde la puerta de entrada se escucha la música medieval del "violagambista" Jordi Savall. La música parece no tener tiempo. El arpa acaba de ejecutar un sentimiento eterno. Emocionado, le he echado unas cuantas monedas a otro de los pedigüeños de la puerta. Y es que la música siempre está por encima del dinero.
Hoy ha salido uno de esos días que huele a primavera lleno de melancolía. Yo, por si las moscas, en un intento de equilibrar el alma, que es una cosa que no tenemos pero que usamos mucho, he ido andando hasta la calle Lope de Vega, que es donde están los de C.C.O.O. en versión invisible, ya que “rojos” con todas las letras ya no quedan (Recuerdo perfectamente el día en el que Alfredo Urdacci leyó en las noticias de la noche el nombre del sindicato, letra a letra y punto por punto, sin llegar a decir del tirón Comisiones Obreras. Los del sindicato no lo perdonaron jamás. Con el tiempo y las influencias, lo pusieron de patitas en la calle. He girado la esquina y me he metido en La Dolores, justo frente a la iglesia del Cristo de Medinaceli, un bar repleto de joyas de la "latillería", donde brillan los berberechos, mejillones en escabeche, bonito del norte, las sardinillas y los calamares rellenos. De momento, he pedido dos “gildas”, esa tapa combinada de anchoa de Santoña, "piparra"/guindilla y aceituna rellena. Los sabores se rompen en el paladar creando una sensación de placer y un sabor picante, sutilísimo, que hace que salgan zumbando todos los demonios y me parezca estar en el paraíso. Bares y tapas. Pasen y beban, y brinden por la vida. El vermut viene acompañado de un trozo de chorizo de León y una corteza. Cuando el chico de la barra me ha echado el vermut con agua de "seltzer" he pensado que aquí, en La Dolores, es donde nacen todos los ríos del mundo, y no en Cuenca. El vermut le quita crueldad a la vida. Me siento como un ave zancuda chapoteando en este Madrid golfo y andariego, de cañas y parloteo, atravesando las calles repletas de tabernas en ese Madrid de capa y espada donde la “húmeda” no descansa y el paladar se inunda de sabores. Viejas costumbres en antros celestiales que no hay que olvidar. Aquí, en la barra, se consagra la vida.
1 Comentarios
Dan ganas de salir ahora mismo y hacer ese recorrido… ¡Buenísimo!
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