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Derzu Uzala. Director: Akira Kurosawa |
Japón-Rusia, 1972.
Director: Akira Kurosawa. Productores: Yoichi Matsue y Nikolai Sizov. Guión:
Akira Kurosawa y Yuri Nagibin, basado en el libro de Vladimir Arseniev.
Fotografía: Asakazu Nakai, en color. Música: Isaac Schwarts. Intérpretes: Yuri
Solomin, Maxim Munzuk, Vladimir Kremena, Alexander Pyatkov, Svetlana
Danilchenko.
La única película de Akira Kurosawa rodada en otra lengua que no era la
japonesa. Una obra que adquiere aún más resonancia en nuestro presente por la
progresiva degradación a la que hemos sometido a nuestro entorno natural.
(Resumen de DIRIGIDO POR…)
El explorador ruso Vladimir Arseniev (1872-1930) relató en varios libros las
expediciones militares cartográficas en las que participó, por orden del Zar,
para explorar y perfilar un territorio desconocido, como era la taiga, la zona
rusa de Ussuri, colindante con China y Corea.
En 1972, El Estudio Soviético Mosfilm contactó con el productor Yoichi Matsue
para proponer a Kurosawa que adaptara la obra literaria rusa. Matsué recalcó
como condición inapelable que el cineasta dispusiera de completo control
creativo. Mosfilms quería a Toshiro Mifune como protagonista, pero resultaba
imposible su disponibilidad para un tiempo tan largo de rodaje. De hecho,
transcurrirían tres años entre la puesta en marcha de la producción y su
estreno.
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Escena de la película Derzu Uzala |
Kurosawa estaba pasando unos de los momentos más críticos en su vida. Desde
1965 había rodado solo Barbarroja (Akahige, 1965) y Dodeskaden (1970).
Entremedias, no consiguió poner en marcha El tren del infierno, que sería
dirigida por Andrei Konchalovsky años después, en 1985, y había sido apartado
del rodaje de Tora! Tora! Tora!. Esta contrariedad, sumada al fracaso de
Dodeskaden, le impelió a un intento de suicidio en 1971. Quizá, sufrir ese
trance de vida, fue lo que le hizo desprenderse de afectaciones e histrionismos
y realizara su obra más armónica y serena, una obra en la que uno literalmente
fluye como si fuera otra persona en esa inhóspita. Hay quien observa en un
momento dado “qué pequeño es el ser humano ante la inmensidad de la
naturaleza”.
Dersu Uzala, el cazador, Dersu Uzala (Maxim Munzuk), aquel que sabe cómo vivir
en armonía en y con la naturaleza, para quien todas las criaturas animales son
tan personas como los humanos, y para quien todo está conectado. Cada acto u
omisión tiene su consecuencia, lo que hacemos puede afectar a otros, nuestras
huellas de paso pueden ser beneficiosas para los demás.
En ninguna otra de sus películas, Kurosawa trabajó el tiempo, la modulación,
como en esta obra. El sonido de los cantos o conversaciones de los pájaros,
adquiere tanta presencia como el diálogo de los humanos.
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Derzu Uzala y Arseiev |
La narración se centrará en la evocación de dos expediciones, la primera ocho
años antes, en 1902, y una segunda en 1907. El relato es una cartografía que
explora la relación más próxima con la naturaleza, cómo las figuras humanas son
pequeñas criaturas que lidian con los elementos para adaptarse a ellos y
establecer esa relación conciliada, a la vez que aprenden a sobrevivir en las
circunstancias más desabridas. Y es un relato que perfila, asimismo, la forja
de una bella y conmovedora amistad entre dos hombres, Arseniev y Dersu. Dos
figuras procedentes de entornos divergentes, pero que son capaces de crear un
poderoso vínculo que no logra conciliarse en la dimensión colectiva. La
civilización arrasa con la naturaleza de modo inconsecuente. El eco de una
figura como Dersu Uzala, su huella desparecida, cobra dolorosa actualidad por
la explotación y degradación inclemente a la que hemos sometido a nuestro
entorno medioambiental.
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