SOFÍA LOREN, la diosa italiana icono de la sensualidad

Sofía Loren protagonista de la película Madame Sans Gêne (1961)
Sofía Loren protagonista de la película Madame Sans Gêne (1961)

 

El día 20 de septiembre celebramos el 90 cumpleaños de Sofía Loren, nacida en Roma en 1934 como Sofía Constanza Brigida Villani Scicolone,  hija de la actriz Romilda Villani (madre soltera), que la crio  en un entorno humilde en Pozzuoli, un pequeño pueblo cercano a Nápoles, junto a su hermana María, ambas hijas de un ingeniero y barón siciliano,  que más tarde las abandonó.  Allí crecieron como si fueran unas chicas parecidas a las de aquellas películas del neorrealismo italiano, pobres y sin futuro, mientras su madre intentaba ganarse la vida regentando una taberna donde tocaba el piano para animar a los soldados de la Segunda Guerra Mundial. En cuanto dio el estirón, con 15 años, ya era Princesa del Mar, Sirena del Adriático, Señorita de la Elegancia… Eran los títulos que ganaba en los certámenes de belleza. Se graduó en la escuela de la vida para convertirse en una estrella de cine y trabajó  junto a los grandes actores de la época. Y aunque a lo largo de su carrera tuvo algún que otro altibajo (pensemos en lo que era pasar  casi 20 días en la cárcel como estar a punto de morir durante un rodaje), sin embargo,  supo sobreponerse a las adversidades y mostrar ese repertorio de cualidades que asombraron al mundo (su belleza, su carisma, una fuerza inconfundible y una sensualidad impresionante), rasgos que traspasaron las fronteras, de donde salía fuego y un chorro de vida enérgico, que a día de hoy sigue conservando, como conserva ese estilo inconfundible, propio de toda diva, además de glamour, intensidad dramática, y un poder de atracción infinito, características que la han convertido en el mito erótico de muchas generaciones, en la musa eterna y una fuente de inspiración.

Sofia Loren, mito del cine erótico del cine
Sofia Loren, mito del cine erótico del cine


Su primer trabajo artístico fue en las fotonovelas de la época. A los 15 años se enamoró de Carlo Ponti, con una diferencia de edad de 22 años. Fue el año en el que se presentó como candidata a Miss Roma. Y desde entonces no ha dejado de brillar, sobre todo si la vemos en una de esas fotografías que la acercan al mito, con esa mirada irresistible y esos labios eternos, con la misma elegancia de siempre, y desafiando al tiempo con su talento y esa belleza mediterránea donde reside toda la feminidad.


Sofía, sin depilar. Festival Cine Venecia (1955)
Sofía, sin depilar. Festival Cine Venecia (1955)


Ha sido todo un símbolo como mujer y la inspiración de Dolce & Gabbana, y fue la tentación hecha carne, el mito universal, un monumento de mujer y una gran actriz. Como suele decir ella… “Nunca me vi guapa, pero ahora me gusto al mirarme al espejo. Tampoco he sido una “mamma” sumisa ni en el cine ni en la vida”.

Pero antes de continuar,  anotemos unas cuantas cosas de su biografía: debutó en el cine como figurante en Quo Vadis (1951) e intervino en películas de poca importancia. Conoció a Carlo Ponti pero no se casó con él hasta 1957. Participó en  Hombre o demonio (1953), de Pietro Francisci y después protagonizó La ladrona, su padre y el taxista,  de Alejandro Blasetti. Pronto recibió la llamada de Hollywood. Trabajó en La sirena y el delfín (1956), de Jean Negulesco y Orgullo y pasión, de Stanley Kramer, ambientada en la guerra de la independencia española y en la que participaba Gary Grant (cuentan las malas lenguas que el actor trató de tener un romance con la italiana pero que sus intentos no dieron fruto). También trabajó con John Wayne en Arenas de la muerte (1957).

Sofía Loren con Gary Grant
Sofía Loren con Gary Grant

En 1960, con un estilo más perfeccionado y convertida ya en toda una actriz, consiguió el Oscar a la mejor interpretación femenina por su impresionante trabajo en Dos mujeres, de Vittorio de Sica. La maggiorata o la piazzola (apodos con los que era conocida), ya era una mujer con clase y distinción, por obra y gracia de su Pigmalión, Carlo Ponti. Y aunque Vittorio de Sica y ella se habían conocido en la Cinecittà, llamada la fábrica de los sueños,  y él había escrito detrás de una foto, en la que se les ve juntos, aquella frase que decía “Sofia, Sofi, cuando tenías 15 años me dijiste que sí”,  y le dio la oportunidad de actuar en El oro de Napolés cuando ella tenía 19 años…, Vittorio un día se propasó con ella y ésta lo puso en su sitio, diciéndole: ”No lo vuelvas a hacer en tu vida”. También sucedió algo parecido con Marlon Brando. No así con Frank Sinatra, que era un bromista y un hombre encantador, un amigo que le cantaba en el camerino y que le abrió las puertas del jazz, si bien lloraba amargas lágrimas por dentro. Y qué decir de Marcello Mastroianni… El primer día que lo vio en lo alto de aquella escalera del edificio donde estaban filmando…, se enamoró de él de inmediato, cinematográficamente hablando. Se trataba de La ladrona, su padre y el taxista, en aquella Roma de la posguerra, alegre y luminosa, y entre ellos surgió una amistad que duró toda la vida. Como  algo curioso, decir que, en esa película, el tercer asistente de dirección era Gabriel García Mázquez. Pero el hombre de su vida fue realmente Carlo Ponti, un amor que surgió cuando se rodó La chica del río (1954). Él estaba casado y el divorcio, por aquella época, era ilegal en Italia.  Cuando le preguntaron por su matrimonio con Ponti, dijo: ”Había un entendimiento que no he encontrado en otro hombre. Y por eso me embarqué en ese precioso viaje sabiendo que había elegido la vía correcta”. Se casaron el 1957 en México. El matrimonio no tuvo validez en Italia. La pareja siguió con su vida al margen de habladurías y fue fotografiada en multitud de ocasiones en el Rolls-Royce Silver Cloud bicolor paseándose por las calles de Roma.

Sofía Loren, la gran señora del cine
Sofía Loren, la gran señora del cine

Pero volvamos a Dos mujeres /Two Women de 1961 de Vittorio de Sica. Trabajar con él supuso un antes y un después. La película era un drama muy poderoso. El cineasta desbloqueó todo el talento de la actriz hasta conseguir sacar de ella todo lo que tenía dentro. Así lo afirma Sofía Loren: ”Antes de esta película yo era un artista y después me convertí en una actriz”. Vittorio le enseño a creer en sí misma y a entender que, por mucha gente que hubiera a su alrededor, sólo ella era la que debía controlar su destino. En definitiva, le  mostró lo que había que hacer y lo que suponía ser el capitán de tu propio barco. En ese momento, aunque ya había muchas películas a sus espaldas, trabajar el papel protagonista de esta película le cambió su vida.  A partir de ahí, la admiración entre De Sica y Sofía fue mutua. Vittorio llegó a decir en una entrevista: ”Miré ese rostro, esos ojos increíbles, y  vi todo como un milagro. Vi que se comportaba de una manera diferente, que lo que hacía me afectaba de manera diferente, algo que no sucedía con otras actrices… Sofía se comportaba de manera distinta…”. Hay quienes aseguran que, a día de hoy, cuando habla,  todavía se pueden escuchar los matices de su bella voz, apenas rozada por el tiempo. Es más, eso de ser bella no está mal del todo; lo difícil,   además de ser bella, es saber brillar.

Retrato de la actriz en Nueva York (1954)
Retrato de la actriz en Nueva York (1954)

Sofía Loren en un restaurante en Venecia
Sofía Loren en un restaurante en Venecia

Después de Dos mujeres, vinieron El Cid, de Anthony Mann, con Charlton Heston, Bocaccio y Los secuestrados de Altona, dirigidas por De Sica, y La caída del imperio romano, de nuevo con Mann. La Loren se había convertido en una estrella. En esos años, no paró de trabajar  en películas que siempre tenían muy buena acogida por parte del público. Podía permitirse el lujo de elegir cualquier papel. Su trabajo siempre era valorado más allá de las críticas. Era una gran dama y una excelente actriz. En esos setenta participó, entre otras películas, en  Los girasoles, Mortadela (1971), de Mario  Monicelli, Una jornada particular, de Ettore Scola… En los ochenta, rodó menos pero mantuvo su popularidad. Y en 1994 apareció junto a Mastroianni en Prêt-a-porter, de Robert Altman.

En 1980 aterrizó en Madrid para presentar un libro de memorias titulado Sofía, vivir y amar. Ya era una leyenda viva y había rodado, no sólo El Cid, sino también La condesa de Hong Kong de la mano de Charles Chaplin. Y, como cuenta en esa biografía, por traer a colación una anécdota del libro, siempre recuerda con cierta tristeza algunos momentos de su vida: ”Le rezaba a Dios para que mi madre no viniese a buscarme al colegio. Su belleza exagerada me hacía sentir vergüenza. Era demasiado rubia, demasiado alta y, sobre todo, no estaba casada. Yo en cambio era morena y delgadísima. Me llamaban palillo”. La segunda vez que regresó a España fue en 2007 para entregar la Espiga de Oro honorífica del Festival de Valladolid.

Sofia  ha sido una de las mujeres más bellas del mundo. Además fue la gran diva del cine europeo y el prototipo de belleza, pero también una mujer que supo recorrer el camino que la llevó a ser la gran señora del cine. Ganó el Oscar y obtuvo el Cesar honorífico del cine francés. En 1994 fue galardonada con el Globo de Oro y en 1995 recibió el Nastro de Argento italiano. Por último, en 1997 recibió la Orden de Caballero de la República a manos del Presidente Italiano Oscar Luigi Scalfaro, algo que vino a dejar en el olvido la evasión de divisas, un asunto por el que podía haber sido juzgada y encarcelada.

SOFÍA LOREN,  ¡Buon compleanno!, y que sigas brillando como siempre.


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