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Ropa vintage |
Volvemos a las formas antiguas, vestidos con ropa “vintage”, de saldo, barata… Volvemos a los siglos de las velas y el candil, mientras la luz la pagamos a precio de oro. Vuelven las colas, las filas infinitas para que seamos atendidos por el médico, o para visitar a los santos redentores, o en McDonals, Burger King, en Doña Manolita…, en tanto que las librerías siguen vacías. La gente no lee. Y los universitarios son “licenciados vidriera”, que es el título de una novela de Cervantes. Este invierno ha trazado en las calles la fila infinita y ha traído ya algunas toses, que hace que echemos mano del pañuelito de papel comprado en un semáforo con el que taparnos la boca para detener esas toses crónicas que arrancan los abrojos en los adentros de nuestro pecho, sobre el que colocamos la mano abierta para atajar la impaciencia, imitando al personaje del cuadro, pintado por el Greco.
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Pintura neoclásica. Paisaje con ornamentación floral y sirena. ItDibs |
El gentío se ha vuelto rápido para las lágrimas y lento para amar. Ya sólo amamos cuando estamos seguros de nosotros mismos. Hemos tirado el siglo XIX a la basura y el romanticismo lo hemos dejado en la cocina para que se ase a fuego lento junto al lechal, mientras comemos comida rápida, de encargo, fría, de pie y con la televisión puesta para ver la repetición de las noticias, la repetición de la repetición, un tris, porque nos van metiendo la manipulación en dosis para que nos entre más fácil. Y después salimos corriendo a otra cola, ya sea para presentar unos papeles en el Ayuntamiento o en Hacienda, cuyos funcionarios nos han enviado una carta, que no hay un dios que la entienda, con la que asustarnos. Todo por escrito, ya que la burocracia se ha vuelto lírica y también neoclásica. La burocracia se ha multiplicado por diez como una forma de ahogar a los humildes, que siguen tosiendo en las grandes colas que se forman en la calle y que serpentean en el asfalto, vigiladas por el “Rambo” de turno, compuesto por una cicatriz y dos tatuajes, un manojo de tríceps y bíceps, más la gorra, la placa…, y una mirada pendenciera acompañada por un rictus cruel, rodeado siempre por una aureola de silencio. Pero, aún así, seguimos en la cola buscando el lado desconocido del tiempo, ese futuro que está por venir y que a menudo confundimos con el azar, y seguimos ahí por si tuviéramos suerte y se cumplieran las expectativas de nuestro destino y, en una de ésas, dejara tirado en la cuneta a este rabioso presente y de paso nos lo cambiase por un edén ecológico, un vergel donde ir con la azada al hombro pero en el que no faltasen las máquinas, sin caer en la cuenta que son ellas las que nos han hecho rehenes del sistema. Nos gusta guardarle fidelidad a los déspotas.
Pero, pasa el tiempo y, a pesar de las insistencias de la esperanza, siempre tan necia, tan inocente, el futuro sigue sin llegar, y no hay día en el que no nos muestre algún atisbo de luz, un recorte, una fotografía..., lo que sea, mostrándonos un mundo de ilusiones lleno de colores, el mundo mundial, el que vendrá, el que estar por venir y..., que nunca llega. Hay que joderse... y lo barata que está la ingenuidad.
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Otoño en La Sierra de Madrid |
El martes de la semana pasada llovió. Al día siguiente, salió el sol. Hoy
también ha salido, y dicen que estamos en una primavera "adelantada", aunque seguro que, en nada, vuelve otra vez la música del orvallo, porque una canción no puede quedarse a medias, sobre todo la letra, porque un país necesita la letra de la lluvia como la necesita el alma, ya que
la lluvia trae el asombro, ese toque sutil que nos empuja a que sintamos cierta
fascinación por las cosas, …, la necesidad
de admirar a pesar de todo, admirar para olvidar mientras estamos quietos
escuchando el sonido del agua, embelesados con el goteo, con
ese ritmo preciso, puntualísimo, que nos ayuda a recordar los buenos momentos,
esas migajas de la juventud, porque la lluvia es esa juventud, que se nos está
yendo.
3 Comentarios
Muy chulo
ResponderEliminarCuánta razón tienes. Un gran artículo y con grandes frases para seguir enmarcando:
ResponderEliminar“un país necesita la letra de la lluvia como la necesita el alma…, la necesidad de admirar…,”
Yo sí que te admiro…
¡Buenísimo!
Muy bueno
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