AGNÉS VARDA, la cineasta capaz de emocionar

 

Agnés Varda

                                 

AGNÈS VARDA, destacó por su enfoque innovador y su estilo único, pero también porque en 2014 la Academia de Cine Europeo le otorgó un premio honorífico a la trayectoria por su trabajo, razón por la cual la directora es la protagonista del DOODLE, el buscador más popular de Internet. Le dio voz a las mujeres y a los olvidados. 

 Algunas de sus obras más conocidas incluyen “Cleo de 5 a 7” (1962), “La Pointe Courte” (1955), “Sin techo ni ley” (1985) y “Los espigadores y la espigadora” (2000), entre otras. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios y reconocimientos, incluyendo la Palma de Oro honoraria en el Festival de Cine de Cannes en 2015. Su contribución al cine independiente y experimental la convirtió en una figura influyente y respetada en la comunidad cinematográfica internacional. Ese trabajo fue reconocido con el premio del Festival de Cine de Venecia y el León de Oro por la película Sin techo ni ley, y un premio César por el filme Las playas de Agnès. En 2017 se le concedió el Oscar Honorífico por toda su trayectoria cinematográfica.

La cineasta baila en el rodaje de  "Las playas de Agnès" (2008)

                                     

Su padre provenía de una familia griega y su madre tenía raíces francesas, si bien nació en Ixelles, Bélgica, el 30 de mayo de 1928. En su juventud comenzó a estudiar Historia del Arte en la Escuela del Louvre para después explorar su vertiente como fotógrafa profesional. Fueron esas primeras fotografías las que la impulsaron  a crear películas a su manera, haciendo su debut con La Pointe Courte (1955) en la que combinó ficción y documental. Y  a partir de ahí, de manera autodidacta, tomo su verdadero camino, lo que le permitió  experimentar en sus obras, contribuyendo al nacimiento de lo que vino en llamarse la Nouvelle Vague.

Más allá de la pantalla, la directora también fue parte del Manifiesto de las 343, una declaración en el que las mujeres francesas aseguraban haber abortado, exponiéndose a penas de cárcel.

En cuanto a su vida personal, Varda se casó dos veces. Primero con el director teatral Antoine Boursillier y de cuya relación tuvo a su hija Rosalie en 1958; la segunda, contrajo matrimonio con Jacques Demy con quien tuvo a su hijo Mathieu en 1972.

Su obra abarca una cuarentena de películas entre documentales, cortometrajes y largos de ficción.  Es a partir del Mayo del 68 francés cuando su obra se contagia del espíritu optimista de la época, cuestionando la rigidez de la sociedad burguesa y con un estilo mucho más jovial. Sus películas guardan un carácter realista y social, además de un estilo experimental.  Siempre atenta a lo que el azar propusiera y con una enorme empatía natural  hacía la gente, algo que sabía muy bien cómo poder transmitírselo al espectador.


Clèo de 5 a 7,  (1962)  imágenes 

                               

Fotógrafa, artista plástica,  directora de cine, guionista,  profesora de universidad, pedagoga, productora, editora… Varda dedicó toda su energía al cine y peleó porque las mujeres pudieran ver una película sobre mujeres: mujeres al sol, no en las sombras. Sin embargo, ella siempre tuvo una particular idea del feminismo, de ahí que las feministas más radicales odiaran parte de su trabajo, cuando olvidaban que fue ella quien les dedicó Réponse de femmes y L´Opera Mouffe, una película, esta última, que rodó en 1958 embarazada, siendo siempre un ejemplo de conciliación artística y familiar. Pocas cosas escapaban a la atenta mirada de esta cineasta que una y otra vez desafiaba en cada película el lenguaje cinematográfico. Su humanidad, su sentido del humor, su desbordante energía…, todo ello recorríó una y otra vez las venas de la historia del cine, porque, como ella decía, “primero estaba el deseo y entonces me acercaba a algo que quería filmar. Y cuando ya estaba en situación de rodar, aparecía el azar. Por ejemplo, en Casas y lugares llegamos a una fábrica. Vi a un tipo muy bien vestido y le pregunté si iba a una fiesta. Y me dijo que no, que era el último día de su trabajo, antes de jubilarse y que se sentía como si estuviera delante de un acantilado. Fue el azar el que me llevó hasta él. Si abriésemos a la gente por la mitad, nos encontraríamos un montón de paisajes…”.

La bonheur (1965)

                                   

Si un día nosotros fuésemos por la calle y le preguntásemos a alguien qué directores de cine franceses conoce, rápidamente uno de los primeros nombres que sonarían sería el de Agnès Varda,  su figura…, con su eterno corte de pelo cuenco, su mirada traviesa y su franqueza. La directora no era de las que pasaban desapercibidas. Pero más allá de su personalidad, queda claro que dejó una huella muy grande para las nuevas directoras por su cine. Un modelo en muchos sentidos para muchas generaciones. Quienes la conocían sabían de su gusto por la novedad, su curiosidad insaciable, su inventiva intacta hasta el último día… Compañera durante más de treinta años del cineasta Jacques Demy, su gran amor,  se mantuvo siempre atenta a la evolución del mundo, tanto con generosidad como con humor. Era chispeante, confiada, y le gustaba lanzarse a la aventura. No se encerraba en actitudes, ya que siempre estaba dispuesta a innovar.  Y era tanta la frescura que tenía…

Cuando Agnès Varda decidió escribir y filmar la película Cleo de 5 a 7, la pequeña sinopsis era la siguiente: la protagonista espera a que le den un diagnóstico y teme que el resultado termine siendo el de un cáncer. Asistimos, en tiempo real, a las horas previas a la cita. El personaje es una cantante casada con un millonario, papel interpretado magistralmente por la actriz Corinne Marchand. Cléo es extraordinariamente guapa, pero esta situación crítica la pone a prueba ante todo lo que cree haber conseguido en su vida. Incluso podemos decir que Cleo, en esos momentos, no está preparada para la muerte. Está en la flor de la vida, pero ya no es el centro del universo. De repente, necesita de las personas que la rodean. Es ese momento de la película  en el que dice: ”Tout le monde me gâte, personne ne m’aime” (todos me miman, pero nadie me quiere).

La directora eligió un personaje frívolo como protagonista para mostrar la poca distancia que hay entre la coquetería y la ansiedad.  El objetivo era evidenciar la catarsis que se produce en alguien al que se le arranca la máscara de la figura que ha desempeñado durante toda su existencia. Hay un hecho clave en esta película y que tiene lugar cuando Cleo se arranca la peluca: en ese momento,  su estado es el de un ser vulnerable, algo que cambia todo de significado. Sale a deambular por la calle y vemos cómo se detiene en cada detalle, aparentemente banal, porque la vida ahora se presenta con otras prioridades. Es aquí, en este punto, donde Varda nos plantea un cruce de caminos: hay una mujer  a la que se le ha derrumbado bajo sus pies todo un mundo de superficialidad, egocentrismo y vanidad, pero que, a pesar de la enfermedad, por otro lado, por fin logra encontrar a su par. Esto en la  Francia de 1961…  Pero  Agnès  no pretendía realizar una obra solemne y filosófica tipo Bergman, sino imaginar el encuentro entre un recluta, ese hombre  que habla de lo que conoce, de flores, o de lo que ha estudiado y con quien, por primera vez, Cléo experimenta la sensación de dialogar, ya que, hasta entonces, lo único que había hecho había sido preparar canciones para sus discos y arreglarse para los escasos minutos en los que podía verla  su ocupado marido. La sinceridad de la conversación logra dar un vuelco en la forma de concebir el mundo. Incluso ambos llegan a bromear. Varda llegó a decir en una entrevista que “cuando puedes reírte de tu propia muerte, ya es una forma de lucidez”. Al final, lo que entendemos es que Cléo ha encontrado el camino hacia otro nivel de la existencia, donde se dan otros valores.

Una obra maestra con un poético relato por donde se pasea el arrebato, la belleza y el simbolismo,  que desfilan ante una cámara fascinante, que nos entrega directamente una joya,  compuesta de algunas secuencias delicadísimas.

Con todo y con eso, Agnès siempre afirmó que, de todas las películas que había hecho, su preferida era L´Opera Mouffe, porque fue la más libre y en la que ella  sintió que trabajaba de verdad en el bello oficio del cine. Y que, en el momento del montaje, Alain Resnais le dijo que había cosas y fragmentos muy parecidos a algunos pasajes de la Terra trema de Visconti y  planos en la línea de Cronoca di un amore de Antonioni. Fue cuando ella tomó la decisión de ir al cine, a la Cinématheque…, y ver todos esos filmes.  Y fue también en esas películas donde descubrió el cine. Y en cuanto a su película… Filmar en el mercado de la calle Mouffetard con una cámara Paillard de 16 mm…  Estuvo filmando durante un mes. Iba todos los días. Esas imágenes estaban llenas de sentimientos. Rodar a gente real. Nada le excitaba tanto como encontrar en la vida misma los modelos y los personajes…, y comenzar a filmar. Le encantaba ver cómo entraban en escena ellos mismos, escuchar lo que hablaban, observar sus gestos… Aquellas imágenes llegaban por sí solas hasta  ella, justo donde se encontraban el trípode y la cámara. Sólo quedaba rodar. Aquello era  algo maravilloso…

 









 

 

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