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István Szabó |
István Szabó, el Visconti
del Imperio Austro-Húngaro.
“Hay que
usar la lengua de las flores para decir lo que quieres”, afirmó István Zsabó en el 2008 al recoger el Premio Ciudad de
Benalmádena del FICCAD.
“La única razón para hacer una película es
ayudar al público a entender que no son los únicos que tienen esos problemas”.
El realizador magiar, en su cine, pone los
rayos X a la condición humana, pasando del comunismo al nazismo, también por el
fascismo, hasta llegar al presente. Fue el primer director en conseguir para
Hungría un Oscar a la Mejor Película Extranjera por la película
Mephisto (1981). En el 2006 se hizo público que había sido agente del
departamento III, una antigua agencia comunista de inteligencia. Tras la
revolución de 1956, fue chantajeado y obligado a cooperar, y se cree que también
fue el que delatara a sus compañeros, dando informes sobre otros directores, actrices y actores
húngaros, entre ellos Miklos Jancsó,
Mari Töröcsik y Hároly Mécs. El periodista Zsolt Bayer, no hace mucho, dijo que
“había llegado el momento de volver a ver Mephisto, donde queda claro que
Zsabó dirigió su propia vida de forma magistral”.
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Conociendo a Julia (2004) |
Podríamos decir que la falta de regularidad le privó
de un mayor reconocimiento a escala
mundial, algo que le ha llevado a ser considerado un autor de culto. Su época
más internacional fue la de los ochenta
en la que realizó la trilogía compuesta por
Mephisto, Coronel Redl y Hanussen. Pero quizás la obra más ambiciosa sea Sunshine: el amanecer de un siglo (1999), la historia una familia judía (¿tal vez la suya propia? ) que, además de
autobiográfica, al mismo tiempo es un recorrido por la historia húngara del
siglo XX. También la manera de ver Europa Central, desde el Imperio
Austro-Húngaro hasta el Pacto de Varsovia, donde descubre ese tipo de metáfora que va implícita en todas sus películas, llenas
de atmósferas complejas y hechos del pasado que siempre miran al futuro, envuelto
con un lirismo crítico, también con una belleza muy expresiva y un
dominio de la cámara fuera de lo común, ayudado siempre por el operador Sándor Sára. Zsabó pertenece a esa línea de
autores cuya filmografía se basa en una constante reformulación de ideas y
obsesiones. Su temática también suele ser constante: la incapacidad para
escapar del destino, esos sucesos históricos, que siempre traen el dolor a la
población. Y lo que propone es borrarse del mapa como la mejor estrategia para
tratar de sobrevivir. Pero este planteamiento levanta cuestiones morales: ¿Cómo
podemos quedarnos quietos ante la historia si ésta intenta destruir nuestras
vidas? István Zsabó siempre contrapuso
el arte contra las decisiones políticas y, con permiso de Zoltan Fábri, se
erige en uno de los cineastas maestros de la región magiar.
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Sunshine (1999) |
Realizó su primera obra con 26 años y recuerda aquella época con nostalgia. Según él “fue un tiempo interesante, con la “nouvelle vague” francesa y el neorrealismo italiano, filmes fantásticos en los que se utilizaba a gente de la calle en lugar de actores y se cambiaban los sets de los estudios por callejuelas y habitaciones de pisos, y la ola francesa con su “camera stylo”, en la que se utilizaba la cámara como un bolígrafo.
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Mefisto (1981) |
Y por fin llega Mephisto (1981), uno de
los largometrajes de culto más aclamados, con impactantes secuencias que se quedan
rápidamente grabadas en las mentes de los cinéfilos. Con Klaus Maria Brandauer
como Heindrik Höfgen, Ildikó Bánsági en el papel de Nicoletta con Niebuhr y
Rolf Hoppe en Tábornagy, entre otros, en la que un ambicioso actor de teatro
no duda en concentrar todos sus esfuerzos en adular el nazismo con tal de
lograr el éxito en su profesión. Llega incluso a casarse con la hija de una
destacada personalidad del régimen para poder medrar. Un mensaje muy claro y
directo sobre la supeditación del arte en sus distintas variantes y facetas al
poder político cuando todo un país ha de ser orientado al esplendor y el
orgullo nacional. Un actor colosal y una
ambientación esplendorosa, y esa brillante luz del éxito tan tentadora por
donde se desliza el ego. Y Heindrik Höfgen,
mejor dicho, Klaus María Brandauer en su papel de Mefistóteles en Fausto
es observado detenidamente por el Ministro/General con ese halo de quien
posee el poder y quiere hacer realidad el ideal de Arte dirigido al pueblo
alemán, el nuevo espíritu de Alemania. Esas moradas constantes ante el espejo,
su rotunda egolatría, pensar en él y sólo en él, tan lleno de inseguridades
hasta un punto que le lleva a avergonzarse de sí mismo, todo su narcisismo…, un mundo irreal en permanente conflicto....
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Coronel Redl (1985) |
Conociendo a Julia (2004) está ambientada en Londres de 1938 y es una de las más singulares películas sobre la profesión del actor, que combina muy bien las situaciones tanto de crónica de la aristocracia como la comedia de costumbres con tintes británicos, bajo la que subyace la utilización del actor de su propia vocación en la vida real, como defensa y llamar la atención de cuantos le rodean, incluso usar sus influencias como venganza. Obtuvo una nominación al Oscar a la Mejor actriz, con una Anne Bening superlativa, espléndida, guapísima, y Jeremy Irons en el papel de marido y protector de esa gran actriz, a la que adora y admira, lo que no es óbice para estar siempre rodeado de alguna que otra amante. Julia convierte su vida pública y privada en un gran escenario. Jimmie Langdom, uno de los personajes, afirma que lo que la gente llama el mundo real no existe, porque el mundo entero es un escenario único. El actor sabe actuar para cada uno. En realidad, ni existe. Una película de ambientes exquisitos, magnífica.
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Ralph Fiennes en Sunshine |
En cuanto a Sunshine: el amanecer de un
siglo quizás sea la película total de István Zsabó con la que ha
querido crear un filme que recorriera la historia política y social de Hungría
a lo largo del siglo XX, dividido entres partes y protagonizado por Ralph
Fiennes, el cual interpreta a tres personajes de una misma familia en distintas
épocas: un abogado judío, un esgrimista olímpico y un activista político. Un
barrido histórico con buenísimas interpretaciones y una duración de más de tres
horas, absorbente, sobria, y ambiciosa. Podríamos entender la película como un
testamento cinematográfico del director.
El médico de Budapest (2020) es la última película del realizador húngaro, de nuevo con Klaus Maria Brandauer en la que un reconocido cardiólogo deja su trabajo en la ciudad ya que lo prejubilan debido a los recortes y regresa a su pueblo natal a orillas del Danubio para ejercer como médico de atención primaria, igual que hiciera su padre. Allí, tras encontrarse con viejos amigos y conocidos, empieza a ganarse el respeto, hasta que sale a la luz un secreto del pasado. Zsabó, con su mirada pausada, crítica e implacable, nos revela las contradicciones intrínsecas de la sociedad moderna en la que parece no haber cabida para el idealismo.
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Molly Parker y Ralph Fiennes en Sunshine |
1 Comentarios
Especial. Excelentes conocimientos de cine
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