JUROR 2



Cartel de Juror 2

 

Tim Moore, el productor de Clint Eastwood, ha abordado la posibilidad de que esta película sea la última película del director, pero tratándose de un hombre como él nada queda asegurado, ya que todavía no ha dado señas definitivas de que quiera retirarse. Hablamos de un director con una carrera prolífica y excepcional, y con una trayectoria de siete décadas que incluye éxitos  como actor y también como director. Desde su ópera prima, en 1971, Play Misty for Me, hasta Juror 2, hemos disfrutado de  Sin perdón, Million Dollar Baby, Mister River…, un cine inolvidable, a lo que añadir varios premios Oscar y otros tantos Globos de Oro, películas relevantes y de una solvencia inusual tras la cámara, además de aunar varios éxitos de taquilla con ese lenguaje sobrio, clásico, directo, y sin florituras.

Juror 2 sigue la historia de Justin Kemp (Nicholas Hoult), un hombre a punto de ser padre que, mientras presta servicio como jurado en un juicio por asesinato, se da cuenta de que él es el autor del crimen que se está juzgando, enfrentándose entonces a un dilema moral, ya  que podría cambiar su veredicto e influir en el jurado a la hora de condenar y absolver al acusado. La historia parte de  un guion escrito por Jonathan A. Abrams, que  sitúa al protagonista en un cruce ético:  asumir la culpabilidad e ir a prisión por un atropello del que ni siquiera es consciente o maniobrar desde dentro del jurado para conseguir la absolución.  Posiblemente no estemos ante una obra maestra, pero se nota que su autor ha concibido la trama con nobleza a la hora de reflexionar sobre la justicia, la moral y la culpa. Lo ha hecho de forma inteligente, envolviendo el devenir de los acontecimientos en un thriller ambiguo y haciendo una exhibición de todas sus cualidades como director, teniendo presente en todo momento esa precisión a la que nos tiene acostumbrados,  como lo demuestra manejando como pocos los resortes y las herramientas del cine clásico.


Clint Eastwood durante el rodaje de Juror 2

El espectador encontrará aquí un cine solvente y lúcido, y también un cine que ya no se hace, impecable, con una gran interpretación de Nicholas Hault, por un lado, y de Toni Colette como la fiscal encargada del caso, por otro, ambos magníficos, dos actores que le otorgan una solvencia muy merecida al relato y que, al mismo tiempo,  le dan la profundidad  a esta trama psicológica. Una intriga cautivadora con el estilo de Clint Eastwood, entre la justicia y la moralidad. De ahí que la película haya sido comparada con Doce hombres sin piedad o El veredicto, lo que demuestra que su director maneja a la perfección los relatos sobre los dilemas personales que surgen cuando uno se enfrenta a la justicia y  llega el momento de tomar decisiones bajo presión, algo que nos viene a hablar de la fragilidad humana, que el director narra de manera directa y con unos personajes muy humanos

                                      
Nicholas Hault como miembro del jurado

                                      

Estamos, pues, ante la exploración entre lo correcto y lo incorrecto, mientras Toni Colette está convencida de la infalibilidad del sistema judicial. Ella es ambiciosa y va a por todas. Él, Nicholas Hault, está  a favor de la justicia natural y busca una redención. Y la película, o su director, en vez de defender un sistema basado en el sentido común y la razón, opta por poner el foco en la responsabilidad individual como fundamento básico de la justicia, algo muy de moda en la política estadounidense en los últimos años que está generando una  fractura  social, como  ha quedado demostrado en las últimas elecciones presidenciales. Y como ejemplo,  nada mejor que este thriller psicológico.

Aun así, resulta difícil entender que la Warner haya decidido estrenarla en tan solo 30 salas de cine de las cinco mil  que operan en EE.UU, dejando claro que no tiene expectativas de su potencial a nivel comercial. Más cuando Clint Eastwood siempre ha sido garantía de éxito, dado que sus películas han venido manejando  un presupuesto de unos  30 millones de dólares, cifra que siempre se ha  multiplicado en ganancias. De ahí que,  en un principio, ante las dudas y antes de que comenzara a rodar, el director intentó buscar  financiación en otros estudios, sin conseguirlo, por lo que se vio  obligado de volver a trabajar con la Warner. Pero, dado el comportamiento de la productora, Clint Eastwood , como protesta, decidió quedarse en casa  el día del estreno de Juror 2,  sobre todo porque él, con su cine, a lo largo de  su carrera conquistó fama, acaparó titulares y flashes, consiguió multitud de premios, nominaciones, y fue muy rentable para los estudios.

Veremos cómo responde el público y , al final, quién gana la partida.





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