LA EDAD DE LA MEMORIA





Ya voy teniendo la edad de un poeta viejo, con muchas lecturas a mis espaldas, pero no creo que se me ocurra jamás caer en la tentación de escribir mis memorias, como algunas de las que han caído en mis manos últimamente, que no eran más que un listado de incongruencias edulcoradas, un relato sacado de contexto, modelado por unas manos de orfebre, que igual cincelaban el oro que la paja de toda una vida, entre la niebla y la fina y delicadísima línea de la verdad, rayando el amarillismo, pensando que ese pastel se lo iba a tragar el público con suma facilidad.

La verdadera memoria está en la palabra, en hilar cada día el ayer y el hoy, la juventud y la luz poética, que es la que nos hace jóvenes para siempre. Sentir el vértigo de la hoja vacía y ver cómo vamos clavando en ella las sílabas para sentirnos vivos, dejando que entre el aire entre cada línea, por donde se pasea el imperfecto, el subjuntivo…, y el presente, tan rabioso. Y, desde esa cima, divisar el mundo, que, cada mañana, se confiesa a diario con nosotros y nos trae algo de frío y unos cuantos rayos de sol, mientras vamos pasando las estaciones, con unas cuantas toses y un chorrito de brandy en el café, más la cabezada de la sobremesa, en esa duermevela de la tarde, arrebujados entre dos almohadones, entre algún ronquido, el silencio y la madurez, coleccionando emociones para, al despertar,  volver a empezar. Y al despertar, confirmar el regreso de la palabra, que siempre vuelve, y asistir a ese momento mágico en el que atamos de nuevo los sueños antes de que se evaporen, porque a veces los sueños son como un algodón, o una bocanada de humo, un trazo muy fino y sensible, que, con la llegada de la noche, desaparece.

Debajo de cada barba, de unos párpados…, de unos labios abriendo la horquilla para anudar el moño, del sudor que resbala por la frente…, debajo de cada superficie hay una claridad unida a un sentimiento, como detrás de la madurez hay un misterio dramático de todos los hechos que nos han conmovido. Y ahora toca bordarlos con la palabra con la misma tranquilidad con la que miramos una nube. Palabras que ahí se quedarán como el rastro de nuestras pisadas por la tierra, de las huellas de nuestras manos, símbolos tan humanos en esta mañana tan próxima, libre…, o literaria, sin más razones que estar, existir, vivir… y disfrutar de lo que uno hace para poder estar sentado al lado de los hombres.

La música del cuerpo, tan de mañana, de las manos bondadosas sobre las que veo el pasado, que a veces aparece un tanto a oscuras, inacabado, como si faltara el último paso, el último intento para completar esa biografía imperfecta pero humana…, la letra original de nuestro paso por esta vida de la que siempre dan testimonio otros, aunque la llevemos  bordada en la boca, bordada en las cuartillas de siempre, donde nos hemos ido confesando, dibujando intimidades al descorrer las cortinas del alma, que es cuando  aparece  el gesto torcido, la lágrima, o la fascinación por otro cuerpo…, y las cartas, incluso parte del ajuar, repartido entre el baúl y la cocina… Al final,  todo se quedó ahí, en esa atmósfera que definía a la familia, en un melodrama de tantos…, maravilloso, melancólico, que un día se hizo a la mar sobre una tabla y estuvo casi un siglo navegando por la vida sin capitán…, gracias al entusiasmo, al coraje, a un coro de voces, de hermanos e hijos, de lazos, de luchas, de secretos que ignoro… Todos alrededor de la mesa en la comida del sábado y en la cena del domingo, remando con la cuchara  y con el tenedor en el intento de cambiar el destino. Ahora siento nostalgia de ese rincón tan poético en el que transcurrió mi vida, estrecha, amplia…, de una infancia de colegios, de una guerra de botones y de sexos, de redacciones con tachaduras y borrones, de la escarcha sobre las pestañas y sabañones en los pies…  La verdad de la memoria, la biografía sin tintes sino con sangre, y con amor, de la que tengo una fotografía  espléndida en la que todos estamos de pie, sin doblegarnos a nada. 

 






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4 Comentarios

  1. ¡Totalmente de acuerdo!
    Siempre estamos cosiendo sueños , bordando historias y desatando los nudos que nos trae la vida….

    ¡Qué bonito escribes!…
    Hilar… sentir… bordar… vivir… clavar las sílabas para sentirse vivo… atar los sueños antes de que se evaporen…pufff subrayaría todo el texto .
    ¡Grande!

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