EL JOCKEY (2024)

 

Úrsula Corberó y Nahuel Pérez Biscayart

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Una sola  frase sería más que suficiente para definir esta película argentina: “Para sanar hay que morir y volver a nacer”. La cinta es capaz de tirar a algunos espectadores de la silla de montar. Es una coproducción Argentina-México-España-Dinamarca-Estados Unidos, y ha sido seleccionada para representar a Argentina en los premios Oscar y en los Goya. La película también se presentó a concurso en la Sección Oficial del Festival de Venecia y ganó el Premio Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián.

Remo Manfredini  (Nahuel Pérez) es una leyenda del turf (hípica/carreras de caballos), pero su conducta excéntrica y autodestructiva comienza a eclipsar su trabajo. Abril (Úrsula Corberó), jocketa y pareja de Remo, espera un hijo suyo y debe decidir entre continuar con su embarazo o seguir corriendo. Ambos corren caballos para Sirena (Daniel Giménez Cacho), un empresario obsesionado con el jockey. Un día Remo sufre un accidente. Desaparece del hospital y deambula sin identidad por las calles de la ciudad. Sirena lo quiere vivo o muerto, mientras Abril intenta encontrarlo antes de que sea demasiado tarde.


El Jockey (2024)

Hay quienes han querido ver en esta película cosas de David Lynch. Otros han pensado en la estética de Almodóvar o de Wes Anderson… También hay quienes han querido ver en ella partes de la inolvidable Holy Motors  (2012) del francés Leo Carax. Yo creo que lo que hay realmente y de verdad  en esta película es mucho de la manera de “hacer” de su director, Luis Ortega, sobre todo del Ortega de la primera etapa, de aquél cineasta más radical y poético, que aquí nos entrega un trabajo visualmente exuberante, con aciertos notables, repleto de gags estrafalarios y reforzado por la extraña, y a la vez conmovedora, presencia de su protagonista. Una pieza audiovisual libre y abierta, llena de amor,  para aquellos que quieran dejarse abducir por ese cine alejado del cine comercial. Regresa aquel  director que se fue a la ciudad de Colón a rodar Los santos sucios, y que es el autor de El Ángel o de Historia de un clan.

El jockey es una búsqueda bastante peculiar del ser perdido y destruido a causa de las adicciones. Para explicar esto Luis Ortega hace una propuesta formal y, en cada una de las secuencias, plantea una atmósfera inquietante entre las que discurre el desconcierto, ya que apenas conocemos a los personajes, sus intenciones y circunstancias…,  algo que crea una situación de extrañeza y actúa en detrimento del argumento. Al verla, podemos descubrir que la película no tiene un guion definitivo y que se rueda un poco sobre la marcha, asumiendo todos los riesgos que supone esa decisión. Lo que queda claro es que es una mezcla de géneros: drama, romance, humor absurdo, suspense… A nivel estético, en ciertas ocasiones, nos recuerda a Aki Kaurismäki, por la variedad cromática, por los extraños escenarios por los que se mueven los personajes…, entre los que destaca Nahuel Pérez Biscayart en el papel de un jockey que no se cuida y que, a mitad de la película, cambia de registro interpretativo y demuestra que es un gran actor.



Luis Ortega, director de El jockey


La historia nos plantea una pregunta: ¿Perderse es una forma de encontrarse? La película es un deambular constante por la vida o por el precipicio, algo  que la hace atractiva, seductora, onírica…, además de absurda. Una película bellísima a pesar de detenerse en personajes marginales, calificada por unos como un milagro y, por otros, como una bomba. Un filme que nos puede desconcertar, fascinar, seducir y abrumar en partes iguales. Lo que está clarísimo es que Luis Ortega, su director, es un autor que se la juega, que le gusta el riesgo, con propuestas diferentes y poco convencionales. Una película de caballos cuando la cosa realmente va por otro lado. En ella hay simbolismos, varias lecturas, mensajes y diálogos ocultos.., y sobre todo una joya de banda sonora, una sensacional selección de canciones, de esa música retro, de Mozart a Palito Ortega, hasta llegar a esa maravillosa secuencia en la que bailan Abril y Remo. Pero tampoco debemos de olvidarnos del humor, ese humor sobrio que ya vimos en Kaurismäki, en Jim Jarmusch, Lynch… El mismo o parecido que practicaban Borges, o el escritor uruguayo Levrero, también Gombrowicz…, el novelista polaco… Hay que reír aunque sólo sepamos llorar o sufrir.


Vestuarios de la Hípica


Estamos ante un director que apuesta por lo visual para expresar lo que quiere contar: la forma antes que el fondo. Tanto es así que el director, en una entrevista, entre risas, llegó a decir que ni él entendía bien del todo su película. Dijo: -“Yo no escribí la sinopsis”. Y prosiguió: -“Hubo un conflicto en eso. Yo había escrito un texto sinóptico. Y me dijeron que no era conveniente a la hora de competir en los Oscar del 2025. Eso ya lo hiciste, me dijeron.  Ahora "dejá" que la película se comunique con la gente que va al cine. Yo podía hacer eso y renunciar pero, a fin de cuentas, la gente se va a encontrar con lo que yo hice, y quizás va al cine buscando eso mismo”.  Un realizador, Luis Ortega, que tiene un sentido de la estética arrollador, algo que se demuestra en el uso del color: los colores van mutando al compás de la trama, y sufren una transformación, al igual que el protagonista, a medida que avanza la historia. Una película llena de contrastes. Cuando suena “Tú llegaste cuando menos te esperaba”, de Leo Dan, ése es uno de los momentos más bellos de los que se han visto en el cine en estos últimos años.

 

 

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1 Comentarios

  1. ¡Buenísima crítica!
    La película engancha hasta el final.

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