EL PLANO SECUENCIA



El plano secuencia.


El plano secuencia es al director lo que un personaje es para un actor: una manera lógica de lucirse. Algunos son una delicia y otros un tormento.

Un plano secuencia es, por definición, rodar toda una secuencia de guion sin que pare la cámara y sin que en el montaje se haga nungún inserto. Realmente es mandar a Eisenstein a freir gárgaras y convertir el cine en teatro, algo que le gustaba mucho a Eric Rohmer

Un plano secuencia es un capricho.   Existe la errónea creencia de que el plano secuencia se hace para ahorrar tiempo y recursos en el rodaje,  pero no es así. Alfred Hitchcock hizo una pequeña joya aprovechando el concepto y en sólo 4 cortes: La soga.Cambiaba de rollo cada ocho minutos. Entonces, la cámara se detenía en las espaldas de un actor o en una puerta..., cambiaba de rollo y seguía rodando. De todas las formas, nunca hay que confundir el plano secuencia con cualquier panorámica o travelling, algo  que inventó en 1896 un tal Promio, operador de los hermanos Lumière, que instaló una cámara sobre una embarcación para registrar un paseo por Venecia.


Traveling


 Lo que sí queda claro es que el plano secuencia ha fascinado a todos los directores: por su dificultad, belleza, fluidez… También a los espectadores. Pensemos en “Soy Cuba” de Mikhail Kalatozov de 1964, “El juego de Hollywood”de Robert Altman en el 2002, “Ojos de serpiente”de Brian de Palma en 1998, “Sed de mal”en 1958, “Hijo de los hombres” de Alfonso Cuarón en el 2002, o la citada “La soga”de 1948. Ahora bien, se afirma, casi con total rotundidad, que el mejor plano secuencia de la Historia del Cine está en “Ciudadano Kane”(1941) de Orson Welles. El entusiasmo de Ander Bazin para referirse al “long take” (plano secuencia) el castellano tomó del francés plan sequence, que venía a referirse a una secuencia filmada en una sola toma. El director se valía de movimientos, zooms, cámara fija, otra vez movimiento, o una panorámica… De lo que se trataba era de no ir al corte, o tener que montar todo eso. De este modo, jamás se perdía la continuidad. Entusiasmado, Ander Bazin afirmó en su “Evolución del Lenguaje Cinematográfico” que en el plano secuencia el director no renunciaba al montaje, sino que lo integraba en su plástica. 

 El cine es una de las retóricas de la posmodernidad.  Como ya he dicho, durante muchos años su duración estuvo acotada por una cuestión tecnológica: un rollo de película no permitía rodar más de 9 ó 10 minutos. Esto terminó con la llegada de la tecnología digital: “El arco ruso”de Alexander Sokurov en 2002, en la que la película es un plano secuencia de 96 minutos de duración. Tampoco hay que olvidar en este capítulo a Antonioni, o “Uno de los nuestros”de Scorsese, “Nueve vidas”,una película de Rodrigo García (hijo del escritor colombiano Gabriel García Márquez) que realizó nueve odas de 15 minutos con la steadicam, de la que más adelante hablaremos. O el inolvidable plano secuencia de “El sur”en 1983, en la que Víctor Erice utilizó el plano secuencia en la comunión de la niña con la intención de narrar, y no de fardar, como hacen otros. Porque no hay que olvidar que de lo que se trata es de conseguir forzar la inmersión del espectador en el universo que plantea la historia. Y al no cambiar el eje de la cámara, el trabajo mental de establecer referencias espaciales y trabajar con las coreografías, o seguir al protagonista…, todo eso ayuda de una forma idónea a entender lo que se quiere contar. El plano secuencia es la célula orgánica del filme (Ottar Iosseliani).  


Orson Welles

 La pequeña revolución de la steadicam. Lo que verdaderamente revolucionó la manera de hacer travellings y, por lo tanto, planos secuencia, fue la steadicam, una marca registrada que permitió que la cámara se convirtiera en un ojo flotante y veloz. Comenzaron a proliferar cámaras subjetivas en seres humanos, en objetos…Y si bien el bautismo de la steadicam fue en “Marathón Mann”de John Schlesinger en 1976, el no va más de resultados se consiguieron en los años ochenta en “El resplandor” de Kubrick con aquellos seguimientos de cámara a Danny Torrace, sin cortar, sin montar, siguiéndolo por todos los pasillos del hotel, en la que transcurría la historia. Otra de las películas con planos secuencia en los que la cámara se mueve por todas partes, se eleva sorteando paredes, sube escaleras, y sigue, y llega a un bar en el que se baila… ¿Les suena? Pues sí, es ésa: “Kill Bill”de Quentin Tarantino. También podríamos citar “Región Central”de Michael Snow un realizador canadiense con una película de siete horas rodada en un plano secuencia: una cámara que da vueltas sin parar en un solo lugar. Pasa el día, llega la noche, sale el sol, la gente va allí y se pone a dormir, se despierta, se toma una cerveza… Pero aquí hay que decir ¡corten! y hacer un alto en la exposición y aclarar: cuando en la pantalla aparece aquello de “años después”,“al día siguiente”,“por la tarde”…,eso quiere decir que estamos en otra secuencia. Otro tiempo, otro lugar…, y por lo tanto, repitámoslo, en otra secuencia. Y no debe importarnos lo que diga el señor canadiense que dirige cine o las siete horas de su película. No debemos olvidar que TODO LO QUE VEN NUESTROS OJOS ES LA MISMA SECUENCIA.  Mirar, es función del espíritu; ver, función de ojo. ¿Al día siguiente por la mañana, exteriores…?  Eso todavía no lo ven nuestros ojos. Cuando lo vean, la secuencia será nueva, otro número,  la 27, la 33 del guión...., la que corresponda.  


Serguei Eisenstein


El plano secuencia es aquel donde en una toma única se hacen todos los cambios y movimientos de cámara necesarios. Y no deben hacerse demasiado largos por las dificultades que entraña. No obstante, hay algunos de ellos memorables por su calidad, longitud, anécdotas de rodaje… En España el maestro del plano secuencia fue Berlanga: “La escopeta nacional”, “La vaquilla”…Tampoco hay que olvidar a Tarkovski que intentó concentrar una historia en un solo lugar, en un solo día y filmando una secuencia de diez minutos, por aquello de que una de las características del cine es la capacidad de fijar el tiempo. Y eso fue lo que quiso hacer en “Sacrificio”. O Kenji Mizoguchi, que fue también uno de los grandes a la hora de utilizar un sistema estilístico basado en planos secuencia. Filmó los acontecimientos con gran contenido melodramático: “La emperatriz Yang Kwei Fei”, “Los amantes crucificados” y  “Las amapolas”. Fue un magnífico retratista de la condición social de la mujer. Se adelantó a su tiempo. Cuentan que su padre, un emprendedor arruinado, vendió a su hermana mayor a una casa de geishas. Kenji nunca se lo perdonó. 

El cine puede ser un plano secuencia infinito, pero no así la vida, puesto que el cine no es la realidad misma. El cine son trozos de ella, con su magia, su particular punto de vista, y que, agrupándolos, nos dan una idea de lo que sucedió. .La vida es un TRANSCURSO y la película, el libro..., UN DISCURSO, una selección de momentos.  Sólo hay que saber que cuanto más largo es el plano, más carga emocional ofrece. De ahí que a menudo sea difícil su utilización en películas de acción. 


Imágenes de Dany Torrace recorriendo el Hotel Overlook en El resplandor


Por mi parte, yo les puedo decir que algunas veces he tenido la sensación de que la película que acababa de ver estaba toda ella contenida en un solo plano. Es parecido a  cuando lees tres o cuatro páginas de Proust. Tienes la impresión de haber leído 20 volúmenes, y no porque aburra, sino porque uno lo puede leer cien veces y cada vez el libro es distinto. 

A modo de epílogo, decir que  Secuencia proviene del verbo latino deponente sequor: seguir. Pongamos un ejemplo con un símil: una película es como un tren en marcha. Las secuencias son los vagones. Están el vagón 1, el 2... y así. Y esto se debe a que, si no hay una estructura, se trataría de rodar planos al tum tum y pegarlos. Nada más lejos. La dicotomía secuencia-escena apareció allá por los setenta, sobre todo cuando los semióticos (Umberto Eco y compañía) deciden escribir guiones. Llegaban al relato, al cuento, a diseñar los personajes…, pero, ¡ay!, se les olvidaba que el cine era muchas cosas más que eso. Y que la escena existía en el teatro pero no en el cine, porque el teatro era simbólico, y por lo tanto no era evidente, verosímil. Y además en el cine se jugaba con el espacio y el tiempo. Traigamos a colación un ejemplo: un señor mata a otro señor. En el teatro esto se reduciría a una escena del II acto, pongamos por caso. En el cine podríamos ir atrás, meter insertos, hacer silencios, etc. y hacer perfectamente una veintena de secuencias. No se pueden hacer los guiones en el bar.  Es más, no vale cualquier diálogo, cualquier situación… El cine debe y tiene que ser selectivo. Y por lo tanto, la secuencia no puede tener saltos en el tiempo, en el drama, en la acción… Insisto: para plasmar la vida cotidiana (que es un transcurso) necesitaremos un discurso. Y si hay discurso eso quiere decir que ha habido selección. Y lo que seleccionamos, lo disponemos, lo ordenamos en 90 ó 100 minutos. Porque el cine tiene principio y fin. Y esa acotación se deduce del interés dramático. Aclaremos: si te digo que te voy a matar, no hay acotación. Ahora bien, si te digo “te quedan tres días de vida si no me pagas”, eso ya tiene tensión, intensidad. Entonces un director que quiere contar esto (que a un tío le quedan tres días de vida si no paga), lo primero que necesita antes que nada es un concepto, una idea del mundo, porque según la idea que tenga así nos contará esa historia. Y también necesitará un estilo, y un estilo no es algo que se pueda provocar o hallar de la noche a la mañana, sino algo que se trabaja durante años y un día surge, lo encuentras, por que en el arte no se busca sino que se encuentra. Así que ya tenemos la historia. Entonces el tren se pone en marcha. Son 86 vagones. O lo que es lo mismo: 86 secuencias. Siete de ellas se realizarán con planos secuencia. Esperemos que no contradigan a los planos siguientes, ni colisionen. Planos en una sola toma. Que son siete, acuérdense. Siete planos secuencia ¿estamos? ¿Sí? Pues, ¡acción!


 



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