FRESAS SALVAJES



Ingrid Tullin y Max von Sydow en "Fresas Salvajes (1957)


 FRESAS SALVAJES  es un filme de Ingmar Bergman. Para muchos,  la mejor película de  Bergman; para otros, una obra correcta pero sobrevalorada en exceso.  De lo que no hay duda es de que, por su profundidad, elegancia y perfección técnica se encuentra entre las películas más relevantes e influyentes del cine europeo. 

Ingmar Bergman nos regala un relato complejo pero a la vez de alcance universal, trágico pero con toques de humor, duro y contundente en algunos pasajes, y tierno e inocente en otros. Una historia, un viaje que nos atrapa de principio a fin a través de oníricos y exquisitos planos, de inolvidables secuencias y de una dirección de actores magistral. Con todo ello, Fresas Salvajes constituye una obra maestra de referencia, una joya intimista que brilla por su contención y sobriedad, perfecta y agridulce recreación de la espera de la muerte en la que los recuerdos vuelven como las olas regresan a la orilla del mar. Sencillamente, una obra preciosa. 

La historia es una peculiar y bella “road movie” nórdica, gélida y cálida al mismo tiempo, en la que  el protagonista es Isak Borg (inmenso Victor Sjöstrom, de principio a fin), un veterano y reputado médico de setenta y ocho años al que le comunican que va a ser nombrado Doctor Honoris Causa en la Catedral de Lund por sus cincuenta años dedicados al trabajo y a la investigación en la medicina. Esa misma noche sufre un sueño premonitorio en el que, paseando por las solitarias calles de una ciudad, presencia el paso de un coche fúnebre que, después de un fuerte choque,  deja caer un ataúd en el que ve su propio cuerpo. A pesar de la larga distancia del trayecto y en contra de los consejos de su ama de llaves (con la que mantiene una relación de cariño y respeto encubierto por continuos desacuerdos y discusiones, uno de los pocos toques de humor en la película, y en el cine en general de Bergman) decide emprender el viaje por carretera, conduciendo su propio coche. Junto a él, viaja su nuera, Marianne (Ingrid Thulin), en plena crisis matrimonial con su marido Evald (Gunnar Björnstrand). 

En el centro está el profesor Isak Borg, de 76 años, un distinguido científico médico que viaja de Estocolmo a Lund con su nuera para recibir un doctorado honorario. Un viaje en coche de 400 millas. Durante el trayecto,  el anciano va recordando su pasado, la chica que amaba, que se casó con su hermano en vez con él, y su propio matrimonio, amargamente infructuoso. 

La película comienza con una secuencia de ensueño que ha sido copiada por otros cineastas en múltiples ocasiones. Borg llega a una casa con ventanas cerradas en el casco antiguo de Estocolmo. Él ve un reloj sin agujas y un viejo coche fúnebre que se acerca. Una de sus ruedas queda atrapada en un poste de luz y un ataúd que se cae. La mano extendida del cadáver del interior intenta meter a Borg.

Hay otras secuencias de sueños expresionistas y ciertamente freudianos en la imagen, casi siempre con el anciano apareciendo en ellas como su yo actual. La capacidad de la película para enganchar las emociones la hace notable por algo más que por su técnica.

Estamos ante una gran obra. 

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