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Ropa tendida. Norma Aristeguy |
Se terminan los meses, el año, y el plazo fijo de las plusvalías. La merluza, el pavo y el lechal ya están con el pasaporte en la boca para ir derechos al horno. Y las familias preparadas para unirse en otra orgía de burbujas e hipocresía. Todos agrupados como hijos del vacío y haciendo de tripas corazón. Prefiero quedarme leyendo al borde la cama que es la única manera que conozco para que se desborde el tiempo. Suele pasar, entre hoja y hoja.
El invierno choca contra las sábanas tendidas al aire libre, por entre las que se filtra una luz maravillosa. El sol canta en los tejados y la carne se pone tibia. Suenan las campanas y las copas al chocar en el brindis. Besos y abrazos, en tanto que los años resbalan por la comisura de los labios, acompañados por el champaña. El mundo pasa la hoja del calendario, hecho de tiempo y memoria, por donde también circula la fe, el horóscopo, los santos y los arcángeles.
La vida sabe a
sal y huele a sueños, a sueños perdidos que vuelven estos días en la tranquilidad de la chimenea, cuando miramos la lumbre, que arde sin tregua. Sentados alrededor de las brasas siempre se nos escapa algún gesto y alguna que otra mirada hacia el cielo, a través de la chimenea. El fuego nos hace recordar, pero también olvidar, ese olvido tan necesario para seguir con la vida, que no es más que un soplo.
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La vida en un soplo |
Diciembre trae una fina brisa que se enreda en los corazones en ese momento justo en el que la tarde cae como un pañuelo sobre los tejados. Y los pájaros regresan a sus nidos y las sombras se suben por las paredes. Cada espacio tiene sus huellas. Y en la noche, lamemos la boca de la botella, entre trago y trago, para saciar la soledad y mojar un poco los labios. Luego vamos al baño y nos hacemos confidentes de los botones de la bragueta. Y nos miramos en el espejo: de frente, de perfil... Somos los ángeles de la noche, ahora convertidos en fantasmas que se niegan a sí mismos. Lo peor es que después, cuando acabe la fiesta, nos tocará cargar con la réplica, con ese fanfarrón del que nos avergonzamos. Y además tendremos que dormir con él, orquestando un concierto con sus ronquidos. Pero hasta que lleguemos a casa, hay que andar bajo una noche estrellada, vigilada por la luna mora de la morería. La calle se nos hace larga, larguísima, interminable, y entonces la conciencia nos obliga a sacar la verdad de los bolsillos. Y llega la lágrima, el desconsuelo..., mientras deambulamos perdidos pero sintiéndonos, por fin, libres..., también prisioneros de nuestra realidad y, por supuesto, de nuestras palabras. Como ya dijera Simenon "escribir no es una profesión, sino una vocación para la infidelidad".
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En Villete, la obra de Charlotte Brontë, la protagonista ve el fantasma de una monja |
Somos
intimidad, hipotéticos corazones, juguetes..., marionetas pendientes de un
cordón umbilical, de un hilo, que no es otro que el tiempo, a merced del cual
quedamos, porque el tiempo es nuestro dueño. Me faltan horas y me sobra
espacio. Pensándolo fríamente, y citando a José Luis Borau, “a un hombre como yo nunca
le hubiera dado el aspecto que tengo”. Cosas de la traza. Un cuerpo y
dos formas: una, la que lleva todo el peso de la ficción; la otra, la que bulle, la que galopa, entre relinchos y dudas, para llegar puntual al espectáculo, a este cuento tan maravilloso, tan dramático y tan
contradictorio que es la vida y por el que siempre vamos a la deriva, porque la vida…, o esta bandeja donde nos han servido la vida, no es más que un trozo de
hojalata sin lustre, en manos de seis u ocho camareros de pacotilla, que van
sirviendo los güisquises a los
asistentes al simposio, repleto de petulantes que se yerguen ante el
continuo desfile de gallinas a punto de poner el huevo. Un corral en bandeja,
eso es la vida. Desde que... Con aquello de la libertè, la
fraternitè y la égalitè (y no sé si es éste el orden), la carta..., los
camareros tuvieron carta blanca. Y con ella se han limpiado el culo.
1 Comentarios
¡Buenísimo, impresionante,…!
ResponderEliminarFrases repletas de verdad
Gracias por tanto Celín