LA VIDA EN UN SOPLO

Ropa tendida. Norma Aristeguy

Abril abrilea y llega el cuco. La merluza y el pavo están de vacaciones,  escondidos en alguna procesión o de juerga en Benidorm en alguna despedida de soltero de esas que montan los guiris. Van paseando con las gafas de sol tirando de ironía. No tienen por costumbre pasear con tranquilidad, ya que, cada dos por tres, les están subiendo el precio.  Cuando lo ponen por las nubes, entran en trance, como las familias cuando llega la hora sacra y la vigilia en la comida. Entrar en trance es como ponerse al piano a tocar Claro de Luna pero sin ponerse misericordioso. Sólo hay que esperar al rayo de luz. Pasa también entre hoja y hoja. La luz nos lleva de la mano a la esencia de las cosas.

 La fría primavera choca contra las sábanas que están tendidas al aire libre. Entre ellas se filtra una luz maravillosa. El sol canta en los tejados y la carne se pone tibia. Suenan las campanas y las copas al chocar en el brindis de estas fiestas. La actualidad ha pasado de la prosa rancia a la poesía.  El mundo pasa la hoja del calendario, hecho de tiempo y memoria, por donde también circula la fe, el horóscopo, los santos y los arcángeles. En el calendario vienen todos los días del año y todos los negocios.




La vida en un soplo


La vida sabe a sal y huele a sueños, a sueños perdidos que vuelven estos días en la tranquilidad de la chimenea, cuando miramos la lumbre, que arde sin tregua. Sentados alrededor de las brasas siempre se nos escapa algún gesto y alguna que otra mirada hacia el cielo, a través de la chimenea. El fuego nos hace recordar, pero también olvidar, ese olvido tan necesario para seguir con la vida, que no es más que un soplo. La ignorancia es casi un oficio que trabaja a ciegas  para producir felicidad. Una manera de hacer  que esto sea más llevadero. Los esquemas tienen muy buena acogida y por eso los seguimos reproduciendo. Es uno de los negocios más rentables.


En Villete, la obra de Charlotte Brontë, la protagonista ve el fantasma de una monja


Abril trae una fina brisa que se enreda en los corazones cuando la tarde cae como un pañuelo sobre los tejados. Los pájaros regresan a sus nidos y las sombras se suben por las paredes. Cada espacio tiene sus huellas. Llegada la noche, lamemos la boca de la botella consagrada y, entre trago y trago,  saciamos la soledad.   Luego nos vamos al baño y nos hacemos confidentes de los botones de la bragueta. De paso…,  nos miramos en el espejo:  de frente, de perfil...  Somos los ángeles de la noche, ahora convertidos en fantasmas. Lo peor es que después, cuando acabe la fiesta, nos tocará cargar con la réplica, con ese fanfarrón que llevamos dentro. Y dormir con él. Pero hasta que lleguemos a casa, todavía  queda mecha y tenemos que seguir andando bajo la noche estrellada, momento en el que la conciencia saca la verdad de nuestros bolsillos. Y llega la lágrima, el desconsuelo... Como ya dijera Simenon "escribir no es una profesión, sino una vocación para la infidelidad".

Somos intimidad, hipotéticos corazones, juguetes..., marionetas pendientes de un cordón umbilical, de un hilo, que no es otro que el tiempo, a merced del cual quedamos. Me faltan horas y me sobra espacio. Pensándolo fríamente, y citando a José Luis Borau, “A un hombre como yo nunca le hubiera dado el aspecto que tengoCosas de la traza: una, la que lleva todo el peso de la ficción; la otra, la que bulle, la que galopa entre relinchos y dudas para llegar puntual  a este cuento tan maravilloso, tan dramático y tan contradictorio que es la vida, porque la vida…, o esta bandeja donde nos han servido la vida, no es más que un trozo de hojalata  en manos de seis u ocho camareros de pacotilla, que van sirviendo los guisquises a los asistentes al simposio, repleto  de petulantes que se yerguen ante el continuo desfile de gallinas a punto de poner el huevo. Un corral en bandeja, eso es la vida. 

 


 

 

 









 

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1 Comentarios

  1. ¡Buenísimo, impresionante,…!
    Frases repletas de verdad
    Gracias por tanto Celín

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