TUCKER, EL HOMBRE Y SU SUEÑO







TUCKER, es una película dirigida por Francis Ford Coppola en 1988. Una de las peliculas menos conocidas del director, que bien hubiera podido ser dirigida por Capra. Una filme brillante, que nunca tuvo el reconocimiento que se merecía y por la que apostó como productor George Lucas, quizás para devolverle el favor a Coppola, ya que éste, en su día, le había producido "American Graffiti".
Preston Tucker está obsesionado con la idea de crear un automóvil revolucionario para su época, que sea potente, veloz, aerodinámico y que se adelante en su diseño a lo que debe ser el coche del futuro. Su afán por triunfar le lleva a pedir ayuda a su familia y a enfrentarse con los colosos de la producción en serie de Detroit.




Jeff Bridges ante un coche de la época


Una historia basada en un personaje real, el ingeniero Preston Tucker, que terminó siendo barrido por las grandes compañías pese a ofrecer un producto mucho mejor. La película era un viejo proyecto de su director, Francis Ford Coppola, que finalmente vio la luz gracias a la financiación de George Lucas. El proyecto interesaba mucho a Coppola debido a su gran identificación con el personaje, ya que como Tucker, el director de "El padrino" es un individualista que a lo largo de su carrera ha tenido que enfrentarse una y otra vez a la industria cinematográfica para imponer sus criterios. De hecho, su afinidad con Tucker es tan grande que incluso está en posesión de uno de los 51 únicos modelos existentes del coche creado por este genio de la automovilística.

La película, en ningún instante se despega del clasicismo, acercándose al estilo visual de las películas de los años 40 con una elegantísima dirección de arte, una banda sonora rigurosa y una tremenda ejecución fotográfica de Vittorio Storaro. 

Como nada se interpone entre el ingeniero y su deseo, el carismático Tucker trabaja con sus mecánicos para desarrollar el Tucker Torpedo, aunque debido a la falta de financiación para el proyecto busca inversionistas con ayuda de su amigo Abe. Pero la producción en serie del auto se ve paralizada cuando Tucker es víctima de una persecución política iniciada por unos burócratas que utilizan la influencia para destruir su reputación. El relato es esperanzador en la primera mitad, pero luego se torna tan oscuro como la pintura de un sedán al transformarse en un drama judicial. Con la crónica biográfica de Tucker, Coppola aborda temas como el declive del sueño norteamericano en una sociedad posguerra, la obsesión de un soñador perpetuo y la manera tan escandalosa que utiliza el poder burocrático, quedando al descubierto las  trampas del capitalismo corporativo. La actuación de Jeff Bridges como Preston es magnética: sus movimientos, los gestos..., esa sólida expresividad que hace que se salga de la pantalla... Hay también buenos roles secundarios, como Martin Landau, como el deshonesto accionista, y Joan Allen, como la esposa de Jeff. 

Tucker, "un hombre y su sueño"



Es una película que ha sido subestimada a lo largo de los años, cuando estamos ante uno de los mejores trabajos de Coppola de los años 80. Jeff Bridges hace un buen trabajo como Preston Tucker y canaliza su yo interior de James Stewart en el papel. Martin Landau roba a todos los demás el show actoral de la película.  Y Dean Stockwell y Lloyd Bridges tienen excelentes cameos. Una cosa muy interesante de esta película es su evolución:  originalmente, Coppola quería hacer esta película después de "El Padrino: Parte II", con Marlon Brando como Preston Tucker. Tomando notas de "Ciudadano Kane", Coppola quería teatro Kabuki y obras de Bertolt Brecht. Inicialmente, planeó hacer "Tucker" como un "musical oscuro" y una película experimental. El musical habría presentado a Tucker de forma predominante, pero las historias se habrían entrelazado con Thomas Edison, Henry Ford, Harvey Samuel Firestone y Andrew Carnegie como personajes secundarios, y habría tenido a Leonard Bernstein para escribir la música. Sin embargo, la financiación se vino abajo debido al fracaso de taquilla de "One From The Heart", y Coppola abandonó "Tucker" en ese momento. Lo retomó años después. Finalmente, como ya he dicho, fue George Lucas quien  se involucró. De este modo, el proyecto salió adelante.

Coche Tucker utilizado en el rodaje de la película

Filmada ex profeso con estilo publicitario, con colores que estallan ante la vista, con electricidad..., gracias a la actuación de Bridges y con una  banda de sonido de un inspiradísimo Joe Jackson, Coppola demuestra que es un genio, incluso cuando vemos el juicio de la película..., que nos parece estar viendo el de "El manantial", aquel melodrama genial de King Vidor, basado en una novela de Ayn Rand, porque lo de Coppola es  vocación y una imaginación desbordante 

La película tiene un tono de comedia y está  narrada con un ritmo y un estilo de los films de la década de los cuarenta. De alguna manera, Coppola combina el juego estético con sus obsesiones como realizador. Conocemos la pasión por los autos del director, pero la pelíucla no se queda sólo en un mero ejercicio formal, ya que, a medida que avanza la historia, el drama va creciendo, momento en el que Coppola reflexiona sobre la industria, el espíritu innovador y el rechazo a aquellos que vienen a cambiar las reglas del juego. 

La historia es muy rica en reflexiones acerca del mundo de los pioneros y resulta apasionante en lo que respecta a todo el trabajo de ingeniería combinados con las ideas de marketing. Tucker: Un hombre y su sueño está filmada en la década del ochenta, cuando la carrera de Coppola había dejado atrás su indiscutible esplendor de los setenta y hacía películas muy diferentes entre sí, un poco al margen del centro de atención de la industria. No logró ser muy taquillero, pero demostró que los filmes de ese período deberían ser revisados y valorados en su justa medida. Tucker es un ejemplo perfecto de una gran película a ser reivindicada.

Tucker fue muy bien recibida por la crítica aunque no tanto por el público. Tampoco es que sus creadores buscasen con ella un taquillazo, ya que el objetivo era darse un capricho realizando un largometraje poco menos que por el simple placer de promocionar los coches de la colección. Tal y como el mismo Preston Tucker insinúa en la película, lo que realmente importa de una idea no es si tiene éxito o fracasa, sino la idea misma.

En este caso, el resultado fue excelente



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