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El huevo de la serpiente (1977) |
El huevo de la serpiente es una
metáfora popularizada por la película dirigida por Ingmar Bergman en 1977 y
ambientada en el Berlín de los años 20. El científico que realiza experimentos
sobre los seres humanos, el Dr. Vergerus, viene a decirnos que ”cualquiera
puede ver el futuro: es como un huevo de serpiente. A través de la fina
membrana se puede distinguir un reptil ya formado”. Lo que se ve es un bichito
insignificante, que puede incluso inspirar compasión. Por eso nadie se atreve a
destruirlo e impedir que nazca. Pero cuando sale del huevo y comienza a actuar, el proceso no va cesar ya hasta
llegar a la destrucción total.
Bergman, que también escribió el guion, diseña una sociedad opresiva y enferma en la que la maldad intrínseca de unos, más la desidia de otros.., a lo que añadir la complicidad de fuerzas extranjeras, concurren para encumbrar el mayor de los horrores, embrutecer a la sociedad y desposeerla de sentimientos, de empatía, de compasión. En la carrera de la vida, en el sálvese quien pueda, la sociedad se ha preparado para recibir el discurso del triunfalismo, del orgullo, de la resurrección, de la fuerza, pero sobre todo de la venganza. En este caso, Alemania, tras la derrota y la humillación de La Primera Guerra Mundial, aguardaba con los brazos abiertos a quienes fueran capaces de devolverle la autoestima. El huevo de la serpiente es el líquido amniótico del mal en sí mismo, es la radiografía del horror de una sociedad devorada por la brutalidad. (Haciendo aquí un pequeño inciso, hay que decir que en la tradición órfica de la Grecia antigua, el huevo órfico es el huevo cósmico del que nació la deidad primordial hermafrodita Fanes/Protógono, el Primogénito, que a su vez creó a los demás dioses, es decir, la semilla de los mismos dioses y la de los hombres. El huevo se representa a menudo con una criatura parecida a una serpiente -Ananké- enrollada sobre él. Phanes es el ser primordial alado y dorado que nació del huevo cósmico, que significa “traer la luz”, y que está relacionado con el griego “brillar” así como con el latín “Lucifer”).
La
historia nos demuestra una vez más que cuando las democracias comienzan a debilitarse,
cuando las instituciones que la sostienen se desmoronan ante la mirada
indiferente de la sociedad y se pierde la capacidad de distinguir entre lo que
es grave y lo que es superficial…, lo verdadero sobre lo falso, el único
resultado posible no es otro que el triunfo de quienes aspiran al poder total,
argumentando que sólo ellos son los que pueden cambiar las cosas. De lo que se
trata es de organizar o canalizar la rabia, sobre todo la frustración. Es el
momento en el que la serpiente, el monstruo que hemos creado y permitido,
saca a las multitudes en procesión. Pone la caña de pescar en el sitio
adecuado y espera a que se llene el cesto de adeptos. El pescador siempre que
se acerca al río lo hace con la máscara puesta. No come lo que pesca. Esto es
un gesto engañoso. Realmente es carnívoro. Y violento, porque para llevar a
cabo el proyecto es necesario la utilización de la violencia.
Volviendo a la película, estamos en Berlín, en noviembre de 1923. Abel Rosenberg, un trapecista judío norteamericano y alcohólico, llega a su pensión por la noche y encuentra a su hermano Max en el suelo. Se ha pegado un tiro. Abel se siente responsable de su cuñada, que trabaja en un cabaret. La incipiente y destructora combinación de los virus infecciosos que generaron el nazismo, la depresión económica y social, la indiferencia ante las injusticias y los sueños fanáticos de una sociedad enferma, fueron el caldo de cultivo perfecto para que tuviera éxito la barbarie.
Muchos de los males que se anuncian en la película
del director sueco, los hemos visto aparecer entre nosotros en los últimos
tiempos, algo que, hace un par de décadas, pudiera ser impensable o difícil de imaginar. La nostalgia no se
limita a lo simbólico. La admiración y
el deseo por la llegada de regímenes totalitarios es más que evidente. La
limpieza racial, cultural, social, las informaciones falsas, la toxicidad en las
redes sociales, la manipulación, las amenazas, los insultos, son el caldo de
cultivo de la llegada de los extremismos. Desgraciadamente, vuelve a la
actualidad el trasfondo de este filme y paulatinamente vamos viendo su fina
membrana a través de muchas aptitudes, donde se hace palpable la incubación y el
ascenso de los valores más reaccionarios. Vuelve la farsa, la decadencia y los golpes de mano o de timón camuflados. Cualquiera de nosotros
puede ver cómo el futuro se asemeja cada vez más a un huevo de serpiente. Sólo
tenemos que fijarnos en las últimas noticias que traen los tiempos y comprobar cómo el poder va pasando a manos de una cuadrilla de mandatarios que parecen que se han escapado del manicomio. Nos va a costar despertar de esta pesadilla. La película aún no ha terminado. Siguen latentes los
conflictos universales del ser humano.
1 Comentarios
Qué interesante lo que cuentas y cuánta razón tienes
ResponderEliminar¡Buenísimo!