Al mismo tiempo que la Warner producía El Padrino, la productora le ofreció a Sergio Leone rodar el filme que quisiera. Fue cuando el italiano, nacido en Roma, se embarcó en 'su' versión de la génesis de la mafia italiana en los EEUU. Trabajó en este proyecto durante 15 años. El guion de 'Once upon a time in America' surge la adaptación de tres libros, 'The Hoods' de Harry Gray, 'Martin Eden' de Jack London y 'The Great Gatsby' de Scott Fitzgerald. Para poder unir las tres historias y que el guion fuera fluido requirió 9 escritores y 6 horas de película. Es cuando Leone le pide a la Warner hacer como Coppola con 'El Padrino' y dividirla en 2 o 3 filmes. A los directivos no solo no les causó gracia, sino que se plantearon despedirlo. Finalmente, el director romano entregó una obra maestra de casi 4 horas, pero, a sus espaldas, la Warner le entregó el material a los montadores de “La loca academia de policía” para que le cortasen a la película casi 2 horas, con ello, todo el planteamiento que tenía Sergio Leone en su cabeza de montar el filme en flashbacks se fue al traste, ya que estos ineptos lo montaron cronológicamente. En el estreno, nadie entendió nada. El director se puso furioso e inicio un juicio contra la Warner. Cosas de la vida, la muerte lo encontró antes de que idea original de 3:40 horas viera la luz.
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Jennifer Connelly y Scott Schutzman |
Como apuntes, decir que con solo 20 años se convirtió en asistente de dirección de Vittorio De Sica. En los años cincuenta, las grandes producciones de Hollywood que se rodaban en Europa, sedientas de talento, lo llamaron para dirigir secuencias de 'Quo Vadis', 'Helena de Troya', 'Ben Hur' y 'Los últimos días de Pompeya'. Hasta que llegó su oportunidad y pudo dirigir 'El coloso de Rodas'.
Fue uno de los creadores del 'spaghetti western'. También tenemos que agradecerle la aparición de Clint Eastwood, a quien le diseñó el personaje de antihéroe, sin nombre, sin futuro, sin sentimientos, de pocas palabras y muy rudo. Mientras tanto, en los EEUU, la Paramount le compraba a Mario Puzzo los derechos de su novela aún no publicada titulada 'El Padrino'. Como querían que el proyecto fuera italiano, el primer director en la lista era Leone. La propuesta no convenció al romano y, dos años después, acabó en las manos de Coppola. Cuando Leone vio 'El Padrino' se quería morir.
La historia comienza en los primeros años del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. Una película tan triste como hermosa, emocionante, con una dirección magistral, un excelente reparto y una banda sonora inolvidable que envuelve una compleja historia generacional sobre la amistad y el paso del tiempo.
La pregunta que podríamos hacernos es si todo lo que sucede con posterioridad al momento en que Noodles (Robert De Niro) se halla en el fumadero de opio no es más que la ensoñación de este hombre derrotado por la culpa. Sea esto cierto o no, la verdad es que no queda otra que aferrarse al pasado, vivir colgado de la nostalgia, de la necesidad incurable de comprender que todo lo que le importaba en la vida al protagonista, lo ha perdido. Y si añadimos que esta derrota fue consecuencia de la traición de su amigo del alma, la cosa tampoco cambia demasiado, pero la hace más dolorosa, además de tirarle en la cara la forma en la que le arrebató a la mujer que amaba. Comento todo esto porque creo que Sergio Leone, al realizar la película, no tenía en la mente hacer un fresco sobre la historia de América, sino que lo de verdad quería hablarnos era de los sueños, de cómo se van al traste nuestros sueños sin que estemos preparados para ello.
La película toma como partida la novela semiautobiográfica de Harry Grey, The Hoods y escoge la deriva melancólica con la inestimable ayuda de Ennio Morricone, que nos sumerge en una historia con los sentimientos a flor de piel y unas imágenes que recorren el trayecto de la lucha por la supervivencia.
Érase una vez en América es una película que debe verse muchas veces para apreciar la maestría y la belleza que hay impresa en ella. Buena prueba de ello la tenemos en la primera media hora de metraje, una presentación larga, densa, empeñada en plantear el relato a modo de un puzle complejo, desconcertante, en el que seguir detenidamente ese soberbio planteamiento manierista de Leone.
1 Comentarios
¡Me encanta y la película también !
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